Existió un tiempo en el que Dreamcast era la única consola de 128 bits en el mercado, tenía unos graficos sin igual en aquella época, y mientras el resto de desarrolladoras de hardware no habían sacado su producto. Entonces llegó Sony que tras haber destrozado la competencia con su anterior producto dijo, aquí me hallo yo, creando la mejor máquina vista jamás con 70 millones de polígonos, diez veces más de lo que tu has creado, y saco su PS2.
Entonces, vimos que ésto no era así y que en realidad tenían una potencia muy pareja, con sus mas y menos, según el producto, y por aquel entonces, aun había gente que defendía a su blanquita a puño y espada, cuando aun no se había retirado de la contienda, y para minar la moral de quien creía en su nuevo dios de Sony, intentaba hacer ver que éste no iba a durar más de dos años.
Hoy, tras siete años despues de aquellas batallas, tras la retirada de nuestro Dios ¡oh, Dreamcast, que grande eres!, sólo unos cuantos seguimos fieles de corazón y vemos atónitos como esta vez, ya no vamos a luchar por defender nuestros ideales, más hallá de nuestra conciencia. Pero una cosa queda claro, aquel que ha estado una vez con Dreamcast, seguirá por los Siglos de los Siglos adorando a ésta deidad.