AVISO SPOILERS: Aunque no tiene nada que ver con la historia algunas ideas e imágenes están sacadas del mod: Shezries Towns.
http://oblivion.nexusmods.com/mods/35908/?tab=7&navtag=%2Fajax%2Fmodvideo%2F%3Fid%3D35908&pUp=1
Mi consejo:
Jugadlo en plan exploratorio. No tiene una historia concreta pero la riqueza que le da al juego por todo el material que aporta y lo bien conseguidos que están los pueblos hacen de él un mod que todo el mundo debería probar. Los posibles spoilers de la historia están ligados al pueblo de Lakewood El Historiador Imperial
Episodio 11:"Viajes sin retorno"Okrok se encontraba agotado pero vivo y eso significaba dos cosas, que la leyenda era cierta y que la poción había funcionado.
El fantasma del molino había aceptado el ofrecimiento de Rose sin oponerse pero, como todos los mitos, en éste también había imprecisiones que habían impedido que cruzaran los dos juntos el portal.
Una gran cantidad de la energía vital del orco había sido absorbida por el espíritu justo después de cerrarse el camino detrás de la pelirroja y Okrok se dio cuenta a su pesar que, una vez más, había perdido a la chica a la que había jurado ayudar.
Levantándose lentamente del polvoriento suelo de madera, el inventor se percató de su soledad.
No quedaba ni el más mínimo rastro de la presencia del espirítu y el molino estaba tan oscuro y vacío como si allí nunca hubiera ocurrido nada fuera de lo común.
El orco no se dejó llevar por la frustración y, con su habitual capacidad de concentración, comenzó a repasar mentalmente la conversación que habían tenido Rose y él con el propietario de la posada de Lakewood, volviendo a revivir cada uno de sus momentos.
-
...Pero, si de verdad queréis una historia extraña, esperar a escuchar la de la cueva del Aquelarre y el molino del lago.-dijo el posadero mientras limpiaba las mesas ensuciadas por los últimos clientes.-
Después de las desapariciones, la vida nunca volvió a ser la misma en el pueblo...Por primera vez en dos horas de conversación con él, Rose y Okrok, se mostraron más que interesados.
Después de haber preguntado por todo Lakewood, intentando hallar algún indicio del paradero de Valendir y haber escuchado todo tipo de cuentos, sucesos extraños y leyendas locales, la mención de "desapariciones" les hizo recuperar la esperanza de poder encontrar algo útil.
-¡Ajah!-dijo el posadero una sonrisa en la cara al ver sus expresiones.-
Sabía que esto os llamaría la atención.Y comenzó un relato que el orco y la pelirroja escucharon atentamente.
Los más ancianos del lugar aún recuerdan la historia. Yo la escuché de labios de mi abuelo, que la conoció en persona, cuando aún Lakewood no era más que un pequeño asentamiento.
Por aquel entonces no habría más de cuatro o cinco familias instaladas aquí y no había nada que no fuera campo y alguna tienda de campaña. Sin embargo la voz se fue corriendo y empezó a venir más gente para formar una comunidad. Entre los nuevos se encontraban catorce miembros pertenecientes todos a una misma familia, una pareja con doce hijos.
Se presentaron como los Zimmiel y dijeron que eran originarios de Morrowind.
Llegaron los últimos pero pronto se ganaron el respeto del resto de los habitantes gracias a su actitud amable y voluntariosa, siempre ayudando en las tareas diarias y en la construcción de los edificios nuevos. Fue una época donde toda la comunidad trabajó muy duro, codo con codo, para poder dar forma a este pueblo donde hoy vivimos.
Sin embargo, no todo era trigo limpio en los Zimmiel, según mi abuelo. La hija menor era una adolescente muy callada, muy tímida y me atrevería a decir que, por como me fue descrita en su día, muy triste. El posadero hizo una pausa observando las caras de su pequeño público y tomando un trago de cerveza para aclararse la garganta antes de continuar.
-Vlari se llamaba la muchacha y por muchos era sospechado que no se llevaba muy bien con el resto de su familia. Nunca le dejaban participar en ninguna tarea común y tenían una extraña actitud sobreprotectora con ella. Sin embargo, éste fue un hecho al que nadie concedió la merecida importancia, al fin y al cabo, los Zimmiel habían demostrado ser miembros muy útiles para el desarrollo del pueblo y parecía lógico que todo el mundo pudiera tener sus rarezas.
Así que, en señal de gratitud, el resto de habitantes les ayudaron a construir una casa donde pudieran vivir juntos.
Un molino al lado de este mismo lago.El posadero volvió a hacer una pausa. Se notaba que no era la primera vez que contaba la historia, pero aun así parecía entusiasmarse de verdad con cada palabra que pronunciaba.
El día en el que terminó la construcción del molino se organizó una gran fiesta, como una forma de celebrar el comienzo de una nueva etapa en la vida de todos los residentes.
Mi abuelo me contó que la comida fue copiosa y que todos probaron de los excelentes venados que habían cazado por la mañana.
Todos, excepto los Zimmiel, que trajeron su propio estofado, un plato típico de Morrowind según dijeron. Como su aspecto era muy poco apetitoso, nadie, excepto Marjal, el glotón del pueblo, se atrevió a probarlo.
Al caer la tarde todos se fueron a sus casas pero, cuando llegó la medianoche, un terrible y agudo chillido despertó a todo el mundo.
La gente identificó sin equívoco el origen de tan horrible sonido e instantes después, muchos de los hombres del pueblo se presentaron a las puertas del molino armados con guadañas, horcas y alguna espada que otra.
Según mi abuelo me contó, él estaba entre los presentes y cuando llegaron, el chillido se había convertido en una serie de gritos profundos que se prologaron durante toda una hora.
Tan escalofriantes e inhumanos eran que nadie, ni uno sólo de los habitantes de Lakewood, tuvo el valor necesario para entrar en el molino pero, cuando al final cesaron, mi abuelo fue el primero en reunir el coraje para cruzar la puerta principal.
Recuerdo, que siempre me contaba tembloroso que, lo que llegó a ver, le marcó para toda la vida.
En medio de la planta baja de la casa, mi abuelo se encontró a la hija pequeña, Vlari, contorsionada en una posición imposible y en el interior de un círculo de velas rojas que alumbraban en el suelo manchas de sangre fresca .
Trató de acercarse a ella pero cuando la chica le miró a los ojos, se detuvo de inmediato.
Eran blancos y desprovistos de cualquier signo de humanidad.
Paradójicamente, me dijo que fue la única vez que escuchó a hablar a la benjamín de los Zimmiel. El posadero intentó hacer otra de sus melodramáticas pausas pero Rose no pudo aguantar la impaciencia y le preguntó directamente.
-¿Pero qué le dijo a tu abuelo?Algo decepcionado por la interrupción, contestó con la voz más profunda que pudo poner.
-Revélame tus secretos por un fragmento de vida.Okrok y Rose se miraron con cierto gesto de incredulidad y la chica volvió a preguntar:
-¿Y eso fue todo? ¿Ya está?Esta vez el posadero contestó irritado a su cuestión.
-No, no está, pero si no me dejas terminar no sabrás el final.- Y se aclaró la garganta con otro trago de cerveza mientras Rose hacía un gesto de aburrimiento con los ojos.
-Mi abuelo me dijo que pronunció esas mismas palabras y que, entonces, vio un resplandor azul le cegó, siendo éste su último recuerdo claro antes de caer desvanecido al suelo. Cuando recuperó la consciencia, se encontró en casa rodeado por mi abuela, los dos guardias de la legión que hicieron falta para rescatarle de ese maldito molino y por el mago imperial que le había despertado del profundo sueño en el cuál se había sumido.
Según los testigos que vieron como le habían sacado dijeron que mi abuelo estaba lívido, con la mirada vacía pareciéndose más a un cadáver que a otra cosa.
Semanas después, la Legión Imperial envió una nueva cuadrilla de soldados y a un sacerdote de los Nueve para ayudar al mago a dilucidar lo sucedido con los Zimmiel. En su investigación no hallaron nada relevante excepto una desdichada muerte.¿La de quién?-preguntó Rose con un sincero interés y, esta vez, Barfas recibió con satisfacción la pregunta de la chica.
-Marjal Vrondar,el único que había probado el estofado de los Zimmiel en la fiesta, fue encontrado con el vientre abierto y todas sus tripas esparcidas por la cama de su dormitorio. Y aún más, en la pared, con su propia sangre estaban escrito lo siguiente:
Guardaos de las Cuevas del Aquelarre. El silencio se apoderó de la habitación. El posadero estaba preparando el gran desenlace.
-Mi abuelo me contó que los soldados, el sacerdote y el mago buscaron esas presuntas cuevas en los alrededores del pueblo pero que,después de un mes, no pudieron encontrar nada.
Tampoco ninguno de ellos supo interpretar los símbolos en el suelo del molino y, al final, partieron de Lakewood con el peso del fracaso en sus hombros.
-Pero yo creo que no buscaron bien.-continuó el posadero con voz sombría-
Creo que en el molino aún está la respuesta al misterio y creo que no creyeron las palabras de mi abuelo sobre el destello que vió antes de desmayarse.-¿Que crees que sucedió en realidad?-preguntó Okrok por primera vez al posadero.
-Creo que la chica mató a su familia y desapareció del molino. Sé algo de magia y el abuelo me contó que se sintió agotado como si la vida se resbalara de entre sus dedos. Para mí que fue un hechizo de absorción de vitalidad o quizás de trampa de alma. Probablemente Vlari Zimmiel aprovechó la energía vital de mi abuelo para escapar a esas cuevas del Aquelarre.-respondió Barfas con seguridad en su afirmación-
Creo que la chica era una nigromante o quizás algo peor y que los resplandores que se ven en el interior del molino cada medianoche no son fuegos fatuos sino algo mucho más siniestro. Quizás su espíritu furioso en busca de nuevas víctimas.La historia de Barfas, el posadero de Lakewood, concluyó con una última frase aún más inquietante.
-Y creo que, fuera lo que fuera lo que mató a Marjal lo hizo desde dentro de su estómago.
Cuando Okrok y Rose salieron del interior del edificio la noche había pasado y el sol comenzaba a salir por el horizonte.
-¿Qué opinas Okrok? -preguntó Rose esperanzada-¿Es suficiente para conceder a lo que nos ha contado una oportunidad?El inventor respondió con un ligero asentimiento de cabeza y añadió:
-
Sí pero antes me gustaría pasar por la herrería por si tienen lista la nueva armadura. También es importante preparar unas pociones de protección por si la intuición del posadero sobre los hechizos es cierta.-De acuerdo-dijo Rose con determinación-
Yo iré a recoger los ingredientes.-¿Los conoces?-preguntó el orco con incredulidad.
-Por favooor...-respondió la aprendiz de druida con un tono infantil de suficiencia-
He tenido al magnífico druida Valendir como profesor.La simple mención del nombre de su maestro produjo una instántanea sucesión de sentimientos en la chica, pasando desde la inicial actitud de broma a la seriedad concentrada, todo marcado por una fugaz pero profunda sensación de tristeza.
Okrok lo captó enseguida y miro a Rose intentando animarla con una sonrisa y una pregunta:
-¿Quedamos al medio día en la plaza?La chica esbozó una sonrisa forzada asintiendo y partió hacia el bosque.
Okrok hizo lo propio hacia la herrería.
Si había un portal de entrada a esas Cuevas del Aquelarre lo encontrarían. Llegarían a Valendir con o sin fantasma.
Y en ese momento,una revelación hizo que Okrok abandonara los recuerdos para centrarse de nuevo en el presente.
El orco lo vio tan claro que no pudo evitar que su boca se abriera con desmedida sorpresa.
Había encontrado la solución al misterio del molino.
No existía ningún portal a ninguna cueva.
Y el idílico pueblo de Lakewood era la ilusión más perfecta, elaborada y duradera que el inventor hubiera conocido nunca.
Farrul se despertó con un grito.
-¡Levanta asesino! Ya hemos llegado a la Ciudad Imperial, justo a mitad de camino para que te encuentres con tus dioses.-dijo riendo socarronamente el guardián del barco en el que viajaba prisionero el historiador.
El nórdico no abrió la boca y sus ojos no se apartaron de los tablones de madera del suelo.
La Ciudad Imperial era el destino que había estado esperando para poner en marcha su alocado plan.
Esa noche tendría una oportunidad de escapar.
Fin Episodio 11Saludos