Lo que no se suele contar de Mónaco 84Hablar del Gran Premio de Mónaco de 1984 es hablar de una de las mejores actuaciones de Ayrton Senna. Dicha gesta está recogida en infinidad de medios, de cómo desde la decimotercera posición con su Toleman, Senna llegó a pelear de tú a tú con los McLaren. Tras una fantástica remontada, el as brasileño superó por fuera a Niki Lauda en la recta de meta, para después reducir la distancia con Prost a un ritmo que en ocasiones era de cuatro segundos por vuelta. Senna se puso a rueda del francés, cuando dirección de carrera paró el Gran Premio por la lluvia.
Esa es la historia que siempre se cuenta, la del mito, la de la leyenda Ayrton Senna. Pero hubo alguien más en esa carrera, alguien que con un modesto Tyrrell de motor atmosférico (por contra de los potentes turbo del resto de pilotos) hizo realmente magia ese día. Hablamos de Stefan Bellof, considerado por muchos uno de los más rápidos de la historia del automovilismo.
Bellof y Senna coincidieron en un test con McLaren junto a Martin Brundle a finales de 1983. El brasileño fue el primero en salir, pero tras unas vueltas rompió el único motor de esa temporada que les quedaba. Cuando se subió Bellof, lo hizo con un motor de la temporada anterior. Pero al alemán no parecía importarle esa desventaja técnica, y con cronos muy regulares igualó las marcas de Senna.
Para 1984, McLaren colocó a ambos pilotos en Fórmula 1. A Bellof en Tyrrell, que había conseguido una victoria el año anterior, y a Senna en Toleman. Pero los resultados de Bellof fueron muy pobres, ya que la falta de potencia de su coche le impedía mostrar todo su potencial. Pero Bellof era rápido, y mucho. En su trayectoria en SportsCars, recordado por lograr un 50% de victorias con el Porsche 956, y el récord del ‘Infierno Verde’, mostró su talento.
Ahora bien, ¿qué es lo que sucedió aquel 3 de junio de 1984 mientras las cámaras se centraban en Senna y Prost? Stefan Bellof había clasificado vigésimo y último, mientras que su compañero de equipo Martin Brundle no llegó a clasificarse. Todo apuntaba a otro fin de semana aciago para Tyrrell, pero entonces apareció la lluvia, y se desató la bestia.
Bellof remontó siete posiciones en la primera vuelta, esquivando la melé de la primera curva, continuando su remontada en las vueltas posteriores. La falta de potencia del Tyrrell se notaba en las aceleraciones, pero en las curvas Bellof era mucho más rápido. En la vuelta 16 había escalado ya hasta la sexta posición, que se convirtió en quinta cuando Niki Lauda hizo un trompo y abandonó. Por delante solo le quedaban Keke Rosberg, René Arnoux, Senna y Prost.
Después de haber salido del túnel muy pegado al alerón trasero del Williams de Rosberg, Bellof se lanzó por el interior en la salida del túnel frenando mucho más tarde que el finés, para escalar a la cuarta posición. Unas vueltas más tarde, consiguió pegarse al Ferrari de Arnoux, superándole con un magistral adelantamiento al límite por el interior en Mirabeau. Bellof estaba rodando más rápido que Senna y Prost, pero la bandera roja que puso fin a la carrera le impidió lograr una gesta aún mayor.
La gente siempre cuenta que con 5 vueltas más, Ayrton Senna hubiera ganado el Gran Premio de Mónaco de 1984, pero si hubieran sido siete, el ganador hubiera sido Stefan Bellof, saliendo desde la última posición con su Tyrrell. El equipo inglés fue descalificado del campeonato por irregularidades técnicas, pero aunque no aparezca en los resultados, Bellof ese día hizo una gesta única, con un coche totalmente inferior al resto, con unas condiciones muy delicadas, y siendo más rápido que leyendas como Senna y Prost.
Martin Brundle dijo una vez: “como pasó con Senna, los grandes pilotos se van pronto”. Stefan Bellof perdió la vida en el circuito de Spa-Francorchamps, cuando intentaba adelantar en Eau Rouge a Jacky Ickx con su Porsche 956. Por muchos desconocido, por pocos recordado como uno de los más grandes. Stefan Bellof iba camino sin ninguna duda de convertirse en una auténtica leyenda, teniendo contrato firmado con Ferrari para 1986.
Durante su corta carrera internacional, Stefan Bellof fue el espejo de muchos jóvenes pilotos. Michael Schumacher reconoció que se fijó en Bellof cuando comenzó su trayectoria: “Si Stefan no hubiera muerto en ese accidente, mi carrera en la Fórmula 1 podría no haber existido. Todo en el Motorsport hubiera sido sobre Bellof, estaba destinado a ser campeón del mundo y una superestrella”. Bellof hizo magia aquel 3 de junio de 1984.
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