En España siempre hubo una gran tolerancia social con la mendicidad, hasta tal punto que ya en el siglo XVI los extranjeros que venían aquí se sorprendían de la cantidad de mendigos que había.
Es más, probablemente haya extranjeros de medio pelo que vienen a España como turistas, y al ver la tolerancia social que hay hacia la mendicidad, ellos mismos se ponen también a pedir, sin ningún complejo, en plena calle. Esto lo he visto en Madrid. Y también hay españoles que han aprendido a ser indigentes cuando les conviene, dos anécdotas:
- Señor jubilado que cobra su pensión, que durante la semana se va a pedir por las casas a otros barrios distintos del suyo. Oiga señor, que yo le conozco, y tiene usted una buena pensión y vive en tal calle. "Ya pero es que me saco un buen dinero pidiendo".
- Chica bien vestida que se baja de un coche alemán de buen ver, y se pone a pedir 1 euro para gasolina.
Como digo, en España está aceptada socialmente la mendicidad y hay gente que ve en ello una oportunidad para sacarse un dinero, echándole un poco de cara.
Técnicamente, si das dinero a un indigente, es una liberalidad, una donación. No es necesario que esa persona realmente sea necesitada. Desde el momento en que le das dinero, no puedes reclamar nada, le has dado porque has querido. Es como si tu amigo Félix te pide 100 euros para comprarse una consola y tú se los das, ah, santa Rita Rita lo que se da no se quita. Se los diste porque quisiste.
No es prudente dar nada y menos a gente con malas pintas, o mendigos agresivos, que se acercan a exigir que se les dé algo. Hay mendigos que se ponen en medio de una calle a pedir como si la calle fuera de su propiedad y ellos recaudasen un impuesto por pasar por allí. Obviamente darles dinero reforzará su "tradición" de mendicidad.
Tampoco es prudente que una persona particular se tome la justicia por su mano, dando dinero o bienes a personas desconocidas que estén pidiendo, porque no se puede saber realmente si son verdaderas personas necesitadas. Sólo los servicios sociales o entidades como Cáritas son expertos en poder diferenciar a las personas verdaderamente necesitadas.
Las verdaderas personas necesitadas pueden acudir a los servicios sociales, a Cáritas, y pedir ayudas, y eso no es ni fácil ni cómodo ni agradable, pero es mejor que pedir en la calle.