Condemorr escribió:y la putada es que los títulos "serie A", los cuales nadie los quería por que era "software desactualizado y descatalogado"
Y eso precisamente es lo que son. Pero internet es lo que tiene. Ha acercado dos conceptos que siempre han ido de la mano, como es la oferta-demanda, que cuando no existía era difícil pensar. Internet crea la irreal sensación de que "todo lo tienes al alcance". En su momento, eso no era así. Todo se reducía a tu círculo de conocidos o de conocidos de conocidos, como mucho el teletexto (que era lo más tecnológico que tenías a tu alcance), y ahí tenías las únicas posibles salidas del material del que tuvieras en posesión.
Y esto es bueno y malo. Bueno porque puedes encontrar aquello que estás precisamente buscando. Malo porque quien tiene en posesión algo tiene la idea de que siempre habrá alguien que le interese por muy hecho polvo, sucio y roto que esté.
En mi caso, dejé de comprar retro varias razones, pero sobre todo lo que no puedo soportar es que pague lo que "vale" tras preguntarle el estado del juego y que me digan que está perfecto, como nuevo y otras cosas bonitas, para encontrarme con el juego parece haber estado guardado encima del asfalto de la M-30 en constante hora punta. Y eso sí que no. Puedo entender que el vendedor sacarle el precio del juego más caro que haya visto vender, pero tiene que entender que si la referencia es un juego que está como nuevo, por mucho que lo prentenda, si su juego está hecho polvo, no tiene más que basura tecnológica carente de más interés que aquel emocional/material que el que el vendedor le quiera dar.
Aparte ya están los especulares "profesionales". Seguramente la autoimagen que tienen de sí mismos sea la hombre de negocios con "material" que colocar en el mercado. Una imagen positiva, dentro de un sistema que precisamente se basa en eso, en hacer creer que lo eres. Sin embargo, si se consiguiera que esa misma imagen fuera vista negativamente, si fueran considerados ampliamente como enfermos o degenerados (que para mi, y cada vez más, es lo que son), esto, repetido una y mil veces, siendo por sistema ridiculizados y humillados, en vez de admirados por unos y odiados por otros, la cosa cambiaría. Cosa utópica, puesto que todos somos compradores y vendedores, interesados, en menor o mayor medida, en comprar mucho y barato y vender poco y caro.
Y finalmente, y tal y como están las cosas, lo que últimamente intento en vez de comprar, es en cambiar. Cambiar lo que no me interesa por aquello que sí. Es mucho más lento, pero quizás más satisfactorio para ambas partes, pues, en general, ninguno de los dos siente que está siendo engañado, puesto que ambos consiguen algo que buscan.