Cuando no había pasado ni un año del fenómeno Stranger Things, Netflix descubrió que en su catálogo se ocultaba otra producción de éxito: Por trece razones. Pero en esta ocasión no estamos ante una serie simpática con un quinteto de niños como protagonistas y grandes raciones de nostalgia, Por trece razones es un producto oscuro que se atreve a abordar con profundidad temas actuales que incluyen el suicidio adolescente, el acoso escolar y los abusos sexuales.
A pesar de que nos consideramos una sociedad culturalmente evolucionada, muchos de los temas tratados en Por trece razones son considerados tabú, ¿por qué? Posiblemente en conjunto no estamos tan avanzados como creemos, pero también existen ciertas mentalidades que siguen culpando a la víctima. Tratar temas delicados, junto a la forma de mostrar el suicidio en la serie, estuvo cerca de costarle un buen disgusto a Netflix. La compañía se vio obligada a colocar un aviso al inicio de todos los capítulos y poner en marcha una
campaña contra el acoso escolar, maltrato tras el cual se esconden muchas formas de violencia, algo que la serie muestra de forma muy clara.
El miedo a ver Por trece razones no debería existir. Te puede o no gustar la serie, pero como producto de “entretenimiento” cumple con su función y además hace reflexionar e invita a practicar la empatía. En el fondo es un reflejo de nuestra sociedad, nos pone ante un espejo y en algún momento podemos ver una situación o personaje que nos resulta familiar. Afortunadamente solo una minoría de los adolescentes que sufren acoso termina como Hannah, pero el problema es muy real y el suicidio es ya la
principal causa de muerte entre los adolescentes europeos. Si una serie por su buen hacer ayuda a reflexionar sobre este problema, bienvenida sea.
Todos sabemos como termina la primera temporada de Por trece razones: Hannah se suicida. Durante los 13 capítulos el misterio consiste en ir desgranando cómo, por qué y a causa de quién o quiénes. A pesar de que hay tramas que quedan abiertas, el objetivo principal se cumple y la serie es redonda; sin embargo para sorpresa de muchos Netflix decidió conceder una nueva tanda de episodios que a la postre irían más allá del libro en el que se basó la primera. Los espectadores fruncieron el ceño ante el anuncio, pues existe el miedo de que se estropee lo construido y no valga la pena ver la segunda temporada cuando se estrene el viernes 18 de mayo en Netflix.
Os voy a contar la historia de mi vida. O mejor dicho, de cómo terminóA partir de aquí el texto está repleto de spoilersAntes de suicidarse Hannah Baker (Katherine Langford) grabó siete casetes donde explicaba qué le había llevado a quitarse la vida. Las cintas están apadrinadas por Tony Padilla (Christian Navarro), un compañero que se encarga de que vayan circulando entre todos aquellos que deben escucharlas. Como espectador nosotros aterrizamos cuando el material llega a Clay Jensen (Dylan Minnette) y ya ha pasado por las manos del resto de personas que, de alguna forma u otra, están implicadas en el destino de Hannah.
Que el espectador se ponga en la piel de Clay no es casual. Él representa a la mayoría, a los ingenuos que no han visto nada hasta que comprueban que con ciertas actitudes, frases o acciones quizás ayudaron a sellar el destino de Hannah. Clay, una persona muy cercana a nuestra protagonista, vive junto al público una montaña rusa de emociones que sube y baja a medida que escucha las cintas y recibe información sobre lo ocurrido, mientras que de fondo late de forma constante el miedo de no saber si fue él uno de los responsables.
Las cintas grabadas por Hannah siguen un orden cronológico que permite a sus compañeros y a los espectadores ver cómo se va pavimentando el camino hasta su suicidio. A toro pasado es todo mucho más sencillo, pero la historia está llena de momentos en los que Clay u otros personajes podrían haber sido el flotador de Hannah.
Todo empieza con Justin Foley (Brandon Flynn), el chico guapo del instituto que después de un encuentro con Hannah decide pavonearse delante de sus amigos enseñando un foto de ella bajando por un tobogán y donde por accidente se le ve la ropa interior. Por culpa de Bryce Walker (Justin Prentice) la imagen termina distribuida por todo el instituto y a Hannah se le cuelga el sambenito de facilona, cuando en la cita no había pasado del beso. Justin tampoco hace mucho por impedirlo, pues él queda como un machote ante la cuadrilla de amigos.
Hannah encuentra refugio en Jessica Davis (Alisha Boe), con quien rápidamente hace amistad. Una confianza que se derrumba cuando Jessica empieza a salir a escondidas de ella con Alex Standall (Miles Heizer) y el triángulo que formaban los tres desaparece. A la postre, Alex se inventa una lista donde se anima a la clase a decir qué chica tiene el mejor trasero, una clasificación que cosifica a las mujeres y termina con Bryce acosando sexualmente a Hannah cuando le toca el culo. A favor de Alex, que al final rompe con Jessica, se puede decir que parece ser el primer arrepentido por lo sucedido.
En su búsqueda de amistad Hannah termina acercándose a Courtney Crimsen (Michele Selene Ang), una inteligente adolescente de origen asiático a la que se une para pillar
in fraganti a Tyler Down (Devin Druid), el fotógrafo del anuario cuya afición traspasa las paredes del instituto. La historia termina con la aparición de una foto en la que Courtney besa Hannah. Para ocultar que es lesbiana y aprovechando que en la imagen cuesta reconocerla, Courtney hace correr falsos rumores sobre la sexualidad de Hannah, que pierde otra amiga y aumenta su fama de chica fácil.
Cuando Hannah se acerca a los chicos o ellos se aproximan a ella atraídos por su falsa reputación de facilona, la cosa no termina mejor que con sus amistades femeninas. Marcus Cole (Steven Silver) aborda a Hannah por creer que podrá acostarse con ella, pero esta lo rechaza cuando le mete mano después de llegar tarde a la cita para cenar. Por otro lado Zach Dempsey (Ross Butler) la boicotea quitándole unas notas con mensajes amables de sus compañeros, mientras que Ryan Shaver (Tommy Dorfman) traiciona su confianza publicando un poema personal en la revista del instituto.
Pero la pesadilla de Hannah aumenta de nivel cuando explica cómo durante una fiesta y por accidente fue testimonio de la violación de Jessica por parte de Bryce, que se produce gracias a la poca resistencia que pone su novio Justin y a la embriaguez de la adolescente, que sin embargo intenta sin éxito zafarse de su agresor. El suceso también impide que Hannah, impactada por la escena que ha presenciado, se comporte de forma extraña con Clay y este se quede muy confundido. La cinta que va dirigida a él sirve para exculparlo y explicar lo ocurrido durante esa noche.
Pero el último clavo en el ataúd de Hannah es Bryce, que durante una pequeña fiesta vuelve a descubrir su naturaleza de depredador sexual y la viola. Este hecho es el detonante para que Hannah tome la decisión de grabar las cintas y termine suicidándose en la bañera de su casa. Pero antes, hay un último intento de salir del pozo con una visita a Kevin Porter (Derek Luke), el psicólogo del instituto, que sin embargo no le ofrece ningún tipo de ayuda.
Hannah no fue la únicaLa segunda temporada de Por trece razones no tiene libro que adaptar ni el escritor Jay Asher se ha involucrado en ella, así que sus responsables han tenido una libertad creativa total. Según ha explicado Brian Yorkey,
showrunner de la serie, la segunda tanda de 13 episodios empezará relatando las consecuencias de la muerte de Hannah, cuya voz de narradora será sustituida por la de varios personajes. “Hay 12 adolescentes que tienen otra visión de los eventos y a los que todavía no hemos escuchado”, apunta el productor ejecutivo McCarthy.
Mientras la primera temporada giró alrededor de las cintas de casete grabadas por Hannah, la segunda cambia de tecnología y serán las Polaroids quienes revelarán las pistas que “ayudarán a Clay y a sus compañeros a destapar un oscuro secreto y conspirar para esconderlo”. Este misterio junto con el juicio que enfrentará a los padres de Hannah y el instituto Liberty High serán los principales pilares de la segunda temporada. Durante el proceso veremos desfilar por el estrado a todos los protagonistas de las cintas, cuyos relatos aportarán nuevos datos que podremos ver mediante
flashbacks.
El misterio que plantea la segunda temporada nos descubrirá la existencia de una red de abusos sexuales en el seno del instituto Liberty High. Los creadores de Por trece razones discutieron sobre si una serie de asaltos sexuales podrían mantenerse en secreto durante tanto tiempo, pero la realidad es tozuda y casos como el de Harvey Weinstein les demostraron que es posible… siempre que haya cómplices. No solo se trata de destapar el caso, sino de mostrar cómo la víctima de una violación pasa a ser una superviviente. En este sentido Jessica, que le ha contado a su padre lo ocurrido, será una de las grandes protagonistas.
Todas las semillas fueron plantadas durante la primera temporada, pero desgraciadamente temas como los abusos sexuales y el machismo son de rabiosa actualidad en la era del movimiento
#MeToo (yo también). Los temas tratados en la segunda temporada de Por trece razones seguirán siendo polémicos y las situaciones que afronten sus protagonistas oscuras, pero Brian Yorkey ha comentado que veremos el principio de su recuperación. Si habrá o no tercera temporada es algo que aún se desconoce.
Durante los nuevos capítulos de Por trece razones también deberíamos descubrir qué ocurre con Alex, al que dejamos herido de bala en una ambulancia al final de la primera temporada, cuál es el destino de Justin, por qué Tyler esconde un completo arsenal en su casa o cómo se defenderá Bryce y su rica familia ante las acusaciones. Pero, viendo el tráiler de la segunda temporada, una de las mayores dudas es: ¿hasta dónde llegará Clay para que se haga justicia con Hannah?