No, no se trata de una frase hecha. Soy una incomprendida porque odio el queso.
Y es que no puedo soportarlo. En ninguna de sus variantes. Pero no sé cómo conseguir que la gente lo entienda, porque salvo el tatuaje en la frente lo he probado casi todo.
Ojalá fuera algo que he elegido yo, no sabéis lo difícil que resulta elegir comida en ciertos sitios, tales como restaurantes italianos, pizzerías o hamburgueserías. Pero es algo que me supera.
En una ocasión un médico me dijo que quizás sea alérgica y alguna vez me haya sentado mal comer queso, y desde entonces lo tengo aborrecido. Se lo pregunté a mi madre, porque según ella yo sí comía queso cuando era muy pequeña, pero dice que no tiene ni idea, que de buenas a primeras no quise comerlo y ya nunca más volví a probarlo.
Pues bien, lo peor de todo se presenta cuando alguien tiene que prepararme la comida. Tengo dos anédotas, a cual más dramática
.
La primera sucedió en Roma. Me encanta Italia, pero a la hora de comer lo paso fatal. Me gustaría saber cómo se las arreglan los celíacos y los intolerantes a la lactosa en el país de la pasta, la pizza y el queso parmesano.
El caso es que entro en un restaurante y pregunto por la pasta del día. Espaguetis con salsa de tomate. ¿Puede ser sin queso? Sí, puede ser. Vale, pues espaguetis con tomate sin queso.
Cuando viene el plato, lo veo de lejos y ya sabía que era el mío y que venía cubierto de queso. Llamo al que me había atendido, le digo que mi plato era sin queso, se golpea la cabeza y le dice a uno de los chicos que el plato debía ir sin parmesano.
Cuando vuelve el plato, que me parta un rayo si no es el mismo plato... ¡al que le han quitado el queso! Ahora es cuando la frase "me la dieron con queso" cobra todo su sentido. Pero a una experta en detección de quesos como yo no se le engaña tan fácilmente. Llamo al camarero otra vez, se lo enseño, le digo que no puedo comer queso, se disculpa, le echa una bronca al camarerillo y ya por fin me traen un plato sin queso.
¿Qué quería el cocinero, matarme? ¿Y si llego a ser alérgica de verdad?
La segunda me ocurrió ayer. Voy a comer a casa de una persona que me conoce desde hace muchos años, y que me ha preparado comida decenas de veces. Sabe perfectamente que yo no como queso, de hecho lo comenta mientras pone las tapitas: que pone queso para los demás y pimientos rellenos para mí.
De plato principal tiene una carne rellena, me pregunta si me gusta. ¿Rellena de qué?, respondo. De pasas, piñones... Vale, mientras no lleve queso...
Cuando me ponen el plato delante lo veo. Sólo alguien que no come queso sabe la de cosas que lo llevan. Otro se lo habría comido sin percatarse. Le dije a la cocinera que yo lo sentía mucho pero no podía comerme aquello.
¿Y sabéis qué me dijo? ¡Que eran champiñones! Sí, claro. Otra que me la quiere dar con queso.
Para demostrarme que estaba equivocada y que la carne no llevaba queso me enseña el paquete. Pero allí estaba: queso 3%. Qué se creía, que por ser tan poquito no estaría escrito en los ingredientes y me iba a poder engañar... Ja, rellenos de queso a mí...
En fin, que no hay remedio. Sé que hay personas a las que no les gusta el chocolate, incluso una vez conocí a una a la que no le gustaba el pan. Pero creo que pocos alimentos están tan omnipresentes como el queso. O será que a mí me lo parece.