Aqui va mi anécdota de mierda.
Me encanta cagar al aire libre, reconozcámoslo, estás mas a gusto y suelto, aunque eso no viene mucho al caso ahora.
El tema es que solía venir casi todas las semanas de madrugada de casa de un amigo a la mía, y me dio un ataque retortijonil en medio del pueblo (a esa hora ni dios...) y total, alejado en la penumbra de una casita delante de una iglesia, me cagué justo en la puerta de la casa, una situación mezclada entre el gusto de echarte un zurullo a gusto en un ambiente urbano y que nadie te vea. Horrible, lo sé, me limpié con los kleneex que lleva siempre uno para éste tipo de eventos indeseados y tiré para casa.
La semana siguiente, al volver, el destino (mejor dicho intestino) quiso que me diera de nuevo ganas, aunque reconozco que me pude haber aguantado esa vez, me dio por volver a cagarme en la misma puerta, en el mismo sitio.
4 semanas seguidas después, me encuentro a un vecino hablando con un amigo efusivamente en el supermercado del pueblo: "alguien se está cagando en mi casa" y me pudo la curiosidad, asi que me acerqué a saludar a ver de qué iba el meollo. "Bueno no, en mi casa no, pero si delante de la puerta, ya van 4 veces y he grabado al hijo puta dejando la cámara con el trípode".
Total, que me empiezo a descojonar de risa, esa risa que antecede a la sensación de que te van a matar en los próximos minutos. No me digáis cómo, acabamos los tres en su casa viendo un rústico vhs de una cámara de las de antes, que se metía en una cinta especial para reproducirla.
Y ahí estaba, cagándome en su puta puerta blanca, totalmente ensombrecido como si fuera un capítulo de Ley y Orden de un asesino en serie, lo único que se me notaba un poco era la bandolera que siempre llevo para sacar los kleenex y donde guardo las cosas.
Total que nos vamos, y mi vecino me dice:
"Esa bandolera... me suena mucho, ¿no?"
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Le invité a una cerveza, y me juró proteger mi identidad oculta
el cabrón aún se ríe de mí pasados dos años y yo aún tengo la caradura de preguntarle al amigo si se han vuelto a cagar en la puerta...
Quizás algún día vuelva a las andadas. Y le deje además un poema.