En Vikings – Wolves of Midgard los jugadores tomarán el control de jefe (o jefa, el personaje se puede personalizar) del Clan de los Lobos a quien se le encarga la reconstrucción de su pueblo después de que haya sido arrasado. Al mismo tiempo, deberá luchar contra las fuerzas del mal que condenan a los nueve reinos que sostienen la mitología nórdica.
Como en todo buen juego de rol, el guerrero o doncella evolucionará a medida que vaya derrotando enemigos y jefes cada vez más difíciles de vencer. Esta progresión también dependerá del equipo, runas, armas (incluyendo espadas y escudos, martillos de guerra, arcos y hachas de doble empuñadura), habilidades mágicas y materiales. Otro recurso clave será la sangre, que se usará para desbloquear poderes especiales.
Peter Nagy, jefe de desarrollo en Gamesfarm, destaca el modo Furia como una de las grandes armas del jugador en Vikings – Wolves of Midgard. Su nombre no guarda secreto alguno: se trata de una conducta violenta y sanguinaria que mejora muchas de las estadísticas y habilidades entre otras bonificaciones. Al igual que el resto de habilidades, Furia se puede mejorar y personalizar.
Además de una campaña, el juego también incluye un modo Nueva partida+ y un desafío especial llamado The Trials of the Gods en el que se pueden conseguir recompensas como equipo nuevo y runas.
