Actualmente, en Estados Unidos Internet está regulada como un “servicio de información” bajo el Título I de la Ley de Comunicaciones. Según cuentan en The New York Times, la FCC busca reclasificar el servicio de banda ancha como Título II (una sección de la Ley de Comunicaciones de 1934 que establece normas para “servicios comunes”).
De esta forma, “renombrando” a la banda ancha y aglutinándola en un nuevo epígrafe donde se amplía su significado, la FCC obtendría mas poderes para que los grandes proveedores (ISPs) del país no puedan vender el servicio de Internet a grandes velocidades únicamente al mejor postor y a expensas de las pequeñas compañías que operan en la red.
Se trata de una reclasificación cuya confirmación traería un importante cambio en la política de Internet en el país y supondría una excelente noticia para los que defienden reforzar las normas de la neutralidad en la red y que estas puedan ser defendidas en los tribunales.
Por supuesto, una propuesta a la que se opondrán los gigantes y muchos republicanos, los grandes proveedores que verán como su negocio se tambalea (AT&T, Comcast o Verizon), y quienes ya se han mostrado contrarios a la medida argumentando una drástica caída de la inversión y la innovación (AT&T ha llegado a decir que si la Red pasa al Título II, recortará la inversión a su red inalámbrica).
Y es que parte de la idea de la FCC es regular la redes inalámbricas como la banda ancha. Una propuesta abanderada por el presidente de la comisión, Tom Wheeler, por la que propone un enfoque regulatorio diferente y especializado para aquellas empresas que “gestionan” la columna vertebral de la red. De esta forma se acabaría con el actual funcionamiento de los ISPs, donde los servicios inalámbricos han funcionado de forma independiente (un negocio por el que se ha llegado a bloquear servicios como FaceTime o Hangouts en el país de forma arbitraria).
En definitiva, esta semana la FCC busca en Estados Unidos apoyar las situaciones críticas o de indefensión, en su mayor parte para la protección del estatus quo del que Internet ha disfrutado siempre (o debería). Una fórmula que permita que los ISPs no sean capaces de “estrangular” su velocidad ni de bloquear servicios para beneficiar a otros que les pagan más.