Más que jugando, gozando con el The Witcher 3. De ponerme, mirar el reloj cuando me pican los ojos y ver que han pasado 5 horas.
Apenas tengo tiempo para jugar, pero cuando tengo un buen hueco en fin de semana, no me lo pienso. No sé cómo narices han conseguido que enganche tanto. Si no es pillar una misión, es ir a un tablón de anuncios y, si no, ir a recorrer las interrogaciones de los mapas o ponerte a hacer pociones y recoger todo lo que pilles por el campo.
Y la historia, y el guión, y el doblaje, y los atardeceres a caballo.