Lo único salvable de este esperpento de evento ha sido que el premio de juego del año ha ido a un plataformas old school y encantador como es Astro Bot. Eso y la reimaginación del Ninja gaiden por parte de The game kitchen es lo único salvable de esta feria de las vanidades grotesca
En serio, con casi cincuenta tacos, habiendo visto todas las generaciones, lo único que puedo decir es que la industria está perdiendo el norte definitivamente. Hay una marvelización en el peor sentido de los videojuegos que asusta. A nadie le importa ya un pimiento el gameplay. Tenemos por un lado mundos soulizados con bosses a cada cual más demoníaco y bizarro y combates imposibles y por otro lado japonesadas en cel shading con adolescentes en minifaldas con volantes que salvan el mundo mientras ponen poses de influencers. El indie del año es un juego de cartas, no me jodas, y el trailer del año es una intro barata de una serie de star wars sin gameplay.
Ni un mísero plataformas, ni un mísero juego de puzzles que invite a interactuar con el usuario, solo la enésima iteración del juego cooperativo de Fares y el monigote de Kojima que en 10 años de gameawards todavía no ha tenido tiempo de aprender inglés: todo es pirotecnica, hachazos, megamonstruos y espadazos. Souls monstruosos con una paleta de colores que te da arcadas, japonesadas eroticofestivas y shooters onlines dando brincos entre portales. En serio, es para pensarse dos veces qué se está celebrando en la industria. Por suerte hay más juegos ahí fuera de los que no habla nadie. Mi juego del año va a ser Revenge of the savage planet y estoy convencido de que no me va a decepcionar.