He tardado 40 minutos más que lo que suelo tardar en llegar al curro, como supongo que la mayoría de los que compartían atasco conmigo, y la actitud era de máximo respeto. Ni un claxón, ni una mala voz. He visto gente llorando en sus coches, apretando los dientes, cerrando los puños. Como yo mismo. Hoy Madrid llora. Hoy me siento más orgulloso que nunca de mis vecinos, enfermos leves que estaban hospitalizados por cualquier cosa y pidieron el alta voluntaria para dejar camas libres. Estudiantes de enfermería que haciendo de tripas corazón sorteaban a los muertos para atender a los vivos. Bomberos aun sin graduar que ayudaron en las labores de rescate cuando aún había amenazas reales de bomba. Policías que salian de guardia y volvieron a sus puestos de trabajo cuando no les tocaba. Madrileños que disciplinados hicieron todo lo que dijeron las autoridades, dejando calles despejadas para facilitar el paso de las ambulancias. Miles de personas que sin poder hacer otra cosa han compartido sus lagrimas y su dolor con mis vecinos. Hoy me siento orgulloso ser catalán, y de ser vasco, y de ser gallego, y de ser andaluz, y de ser valenciano... Hoy me siento orgulloso de ser madrileño.