Excepcional disección en imágenes de un caso criminal, narrada con sobriedad y con la que sin duda es la mejor interpretación femenina del año pasado y presente de lo que llevo visto, que es mucho. La película funciona muy bien a dos niveles, el clásico " whodunit" con dos posibilidades, asesinato o suicidio, y con ello toda la parte judicial, y otra mucho más interesante sobre la subjetividad del punto de vista y el drama familiar; la caída física que da origen al título - claro referente al film clásico de Otto Preminger -, y la caída emocional y psicológica. Ambas tramas van en paralelo y se entrecruzan magistralmente. La secuencia en flashback de la discusión de la pareja es memorable, cine de ese que requiere tanto ser visto como ser oído y que tanto se echa de menos hoy en día con la superficialidad y el infantilismo imperante que puebla las pantallas. Si acaso el final puede resultar un poco decepcionante, pero es que en el fondo tampoco es lo más importante porque al fin y al cabo el accidente o no accidente es tan esquemático y poco dado a explicaciones alternativas que en el fondo todo se reduce a si creer a los testimonios, madre e hijo prácticamente ciego, o no. Y ahí es donde Sandra Hüller brilla como nadie con su portentosa interpretación llena de matices que espero que se lleve el Óscar. Sabe navegar perfectamente en el filo de la navaja para que nunca sepamos del cierto si su personaje es esa escritora de éxito pagada de sí misma fría y manipuladora o esa víctima inocente cuyo único pecado es no doblegarse y ser más brillante que su marido. Esa ambigüedad es la clave de bóveda del film y sin ella el resto se desmorona.
Tangencialmente decir también que me ha sorprendido un poco algún que otro aspecto, como la recreación del juicio, que es medio metraje pero que a pesar de sus 2h 30 m pasa volando, en el sentido de que aún ignorando como funciona el sistema judicial francés se aparta mucho de lo típico que vemos en los tan habituales anglosajones, aquí la interacción entre fiscales, defensores, testigos y acusados parece mucho más dinámica, casi careos con interpelaciones directas, cuando en aquellos parece más rígido y solo hablan en el estrado. En fin, es solo que me ha llamado la atención el detalle. Por cierto, muy bien también el que hace el papel de fiscal. Y en cuanto al apartado musical, que es uno de las cosas que siempre considero capitales, pues tengo que decir que es realmente escueto: tres temas, uno que ni conozo ni me interesa como fondo de acción del suceso, y luego un tema de Albéniz, Asturias, y otro de Chopin, su maravilloso Preludio N°4 Op.28 como incidentales para narrar la progresión temporal, y absolutamente nada más, aunque tengo que decir que en este caso tampoco es necesario porque una banda sonora al uso rompería la sequedad del relato y el tono aséptico que lo impregna todo.