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Desde Interior se proponen combatir los comentarios ofensivos en la red, porque el terrible suceso ocurrido en León -dos militantes del PP que se lían a tiros con otra militante y la matan-, es culpa de cuatro bocazas que calientan la red, no busquen ustedes más historias.
A esta hora los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado investigan comentarios ofensivos en Internet. Dijo Fernández Díaz, filósofo del siglo, adoptando la pose de Cicerón en el foro romano, en alusión a la nueva ley de seguridad, lo siguiente: “Ofensa es lo que es ofensivo”. Olé, olé y olé. O sea, que como no ha mirado el diccionario -los sabios lo escriben, no lo leen-, ofensa puede ser cualquier cosa que a él no le guste. Y ojito, que yo conocí a uno que se ofendía cuando lo miraban en la barra del bar.
Como yo disto mucho de ser sabio, he mirado el diccionario antes de ponerme a escribir, vaya a ser que me caigan cuatro años de talego y me tire una legislatura sin pagar impuestos, lo que ofendería, y mucho, al señor Montoro. Y dice el diccionario, lustrando la reflexión del filósofo, que ofender es “humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien”. Y en base a esto, como Fernández Díaz, yo me atrevo también a decir lo que a mí me ofende, la ofensa, aquello que ofensivamente es ofensivo en diferido.
Ofensivo es un Gobierno cuyos miembros sirven a una casta financiera y no a una nación. Ofensivo es no veros avergonzados por cobrar lo que cobráis en una España donde hay seis millones de parados –cuatro millones sin ninguna prestación- y dos millones de familias con todos los miembros en paro. Ofensivo es ver a nuestros abuelos, hartos de trabajar y de pagar, buscando comida en contenedores. Ofensivo es criminalizar a los jueces que investigan a los causantes de nuestra ruina. Ofensivo es que una banda de encausados por corrupción nos chuleen en la cara y eludan la cárcel. Ofensivo es trabajar doce horas al día por 600 euros al mes. Ofensivo es ver emigrar a nuestros hijos huyendo del hambre. Ofensivo es echar de su casa a una familia y encima pedirle dinero.
Ofensivo es inyectar millonadas a los bancos y que nuestros abuelos tengan que pagar medicinas. Ofensivo es que nuestros hijos, no los de ustedes, carezcan de recursos para estudios superiores mientras subvencionáis la educación privada. Ofensivo es ver a un honrado padre de familia pidiendo en Cáritas mientras ustedes van a restaurantes de lujo. Ofensivo es ver a una mujer coger aceitunas de sol a sol por veinte euros al día y que le recorten la guardería de los niños. Ofensivo es que usted forme parte del Gobierno que consiente y provoca esto y encima cobre, y mucho, de mi salario. Ofensivo es... No acabaría. Pero ofensivo de verdad es convertir una democracia recién nacida en una pestilente cloaca y ni siquiera pedir perdón por ello.
Señor Fernández, emulándolo a usted, cabría decir que lo que ofende de verdad es la verdad. Usted me disculpa si, como estoy seguro, lo he ofendido al decírsela. De paso, también es ofensivo ver a alguien besar un crucifijo sabiendo que sirve a quien sirve.