Añado una reflexión al hilo, agradeciendo una vez más el interés de la comunidad en él y las aportaciones más recientes
Esta reflexión la titularé simplemente:
EsfuerzoEn la vida todo es un continuo esfuerzo. Todo lo importante, tienes que conseguirlo luchando y trabajando duramente. Nadie regala nada. Las cosas que verdaderamente valen la pena en la vida, siempre son difíciles de conseguir, porque cuestan esfuerzo y perseverancia.
Quizá hayáis escuchado la típica historia que cuentan de un estudiante que fue a tal o cual examen sin mirar nada y aprobó sin esfuerzo. También os habrán contado alguna historia del típico enchufado que aprobó sin esforzarse por ser "hijo de", o de gente que copió un trabajo, una práctica, o un examen, y aprobó. Esas historias tienen el objetivo no confesado de desmotivar, quitarle la fe en el trabajo, a las personas que las escuchen. Quieren convencerte de que el esfuerzo, la perseverancia, no tienen importancia. Que lo que verdaderamente marca la diferencia es tener un padrino, un enchufe, o pura suerte. Pues no es verdad. En absoluto es verdad.
No voy a negar que la suerte existe y que se manifiesta a veces. Pero la suerte es como el viento: de la misma manera que no hay viento favorable para quien navega sin rumbo, tampoco la suerte puede ayudar mucho a una persona que no se esfuerza por conquistar sus metas.
Hay una realidad que comprobarás por ti mismo en la universidad, o ya habrás comprobado en el instituto: el trabajo dignifica. El trabajo, hace que te respeten. Puede que a un profesor, o a un compañero, no le caigas bien, o no se haya llevado una buena primera impresión tuya; pero cuando vea un trabajo bien hecho, o un examen bien hecho, o una intervención acertada en una práctica, estas personas te cogerán respeto.
El respeto se gana con el trabajo y la perseverancia. No viene por la suerte. La suerte puede hacer que el día del examen, casualmente, te caigan varias preguntas que te sabes muy bien, y en vez de sacar un notable alto, saques una matrícula de honor. Esa suerte que tú has tenido, no le habrá servido de nada a quien no estudiase para el examen, porque quien no estudia, no puede tener suerte.
Una persona que no se esfuerza, incluso sin hacer mucho, puede llegar a aprobar algunas asignaturas, en el mejor de los casos. Pero no sacará la carrera. Antes o después se topará con una materia insuperable, no por su dificultad, o su densidad, sino porque le exige un esfuerzo que no está dispuesto a dar. Donde hace falta esfuerzo, no esperes a la suerte.
Es bueno que desde el principio adquieras una filosofía de la vida basada en tu esfuerzo personal. Pero no en la competición. Lo importante no es ganarle a los demás en las notas, sino mejorarte tú mismo, ser cada día más competente, saber más, ser más versátil, más capaz.
El esfuerzo está en todo. Cada día sales a la calle y hay mucha gente a tu alrededor que se esfuerza muchísimo y puedes notarlo si te fijas. Por ejemplo, cada persona que madruga tiene que esforzarse mucho porque madrugar implica irse a dormir antes, ducharse antes, cambiarse antes, desayunar antes, ¡todo antes!. Cuando un estudiante está a las 8.30 horas de la mañana en la puerta de la biblioteca, muchos compañeros suyos todavía no se han levantado de la cama. Naturalmente, el estudiante que se levanta temprano, aprovechará la mañana y seguramente la tarde. Dos días intensos de estudio, para un estudiante trabajador, son mucho más productivos que para un estudiante cualquiera que no se esfuerza tanto.
El esfuerzo marca la diferencia entre lo mediocre y lo excelente. Debes esforzarte en todo y siempre, no porque quieras ser mejor que los demás, sino porque quieres ser mejor para ti mismo, por ti mismo.
El esfuerzo no sólo empieza por levantarse temprano para aprovechar el día (éste es el verdadero significado profundo de la frase "Carpe Diem!") sino también por mejorar la alimentación para optimizar tu estado de salud. Mejorar tu aspecto, cuidar la ropa que te pones. Intentar aproximarte a un estilo más elegante que te va a ser de utilidad en tu futuro marco laboral.
Es bueno esforzarse por intentar comprender por qué las cosas son como son. Por ejemplo ¿Por qué los diseñadores compran ordenadores Apple? ¿Por qué los abogados tienen tal o cual costumbre? ¿Por qué debes aprender a usar códigos de leyes, en vez de conformarte con saber referencias de libros o apuntes?.
Si te esfuerzas no solo aprenderás lo que te van a exigir para aprobar. Sabrás mucho más. Y hay un conjunto de competencias y capacidades que no están en el plan de estudios y son absolutamente necesarias.
Por ejemplo, ningún plan de estudios te pide saber hacerte el nudo de la corbata. Ningún plan de estudios te pedirá que entiendas de camisas, o de pantalones elegantes, o de zapatos de vestir. Nada hay, en los planes de estudio, sobre protocolo en las reuniones sociales. Todo eso, que podríamos denominar "la otra universidad", también hay que esforzarse por adquirirlo. Si quieres saber ponerte una corbata tendrás que ir a comprar una corbata y aprender a hacerte tú mismo el nudo windsor, medio windsor, normal o el que sea, y descubrirás que te tienes que esforzar, para adquirir ese conocimiento. Es sólo un ejemplo de las muchas cosas que se nos piden en la sociedad, que se adquieren a través del esfuerzo.
He puesto el ejemplo de la corbata que puede parecer tonto pero no lo es: ¿acaso no es cierto que muchos hombres no se ponen corbata, incluso en eventos importantes? ¿Y no será, acaso, porque no saben nada de corbatas, ni se la saben colocar?. Para valorar una cultura (en este caso la de las corbatas) tienes que conocerla, y para conocerla, antes tienes que hacer un esfuerzo para aprender algo sobre ella. Lo más fácil, evidentemente, es rechazar la corbata, como el signo anticuado de otra época, y no querer saber nada sobre ella. Pero eso es también huir del esfuerzo. Sólo cuando te hayas comprado y puesto tú mismo tu primera corbata habrás entendido algo sobre las corbatas que yo no te voy a contar ahora. Y entonces, podrás decir: "vale, pues no me interesa ponerme corbata". Pero para elegir, primero tienes que aprender por qué hay esa cultura.
Pues lo mismo sucede por ejemplo con los libros. En la universidad, hay libros que representan una tradición en una determinada asignatura. Están ahí por algo. Puedes aprobar la asignatura sin haber abierto ese libro famoso. Pero te has perdido algo de cultura que debías conocer.
Todos los días vas a encontrarte pequeñas o grandes cosas nuevas que exigen un gran esfuerzo para ser digeridas y asumidas. Lo más fácil, ante algo nuevo y diferente, es rechazarlo. Como suele hacer alguna gente con los actos de graduación. Los consideran falsos e hipócritas. Claro que esa misma gente no aprendería a ponerse una corbata tampoco.
El esfuerzo empieza por la mañana. Por un desayuno bien hecho. "Carpe Diem!". La mañana y la tarde son productivas para quien se sabe organizar.
Otra cosa interesante es aprender a exprimir las situaciones. Con exprimir las situaciones me refiero a tratar siempre de sacar algo en limpio, aprender, de cualquier situación, por extraña que sea. Por ejemplo si asistes a una conferencia, si puedes procura escuchar atentamente y hacer alguna pregunta al ponente. Una pregunta que sea atinente al tema. Una pregunta amable, una pregunta bien formulada. Una pregunta que el ponente deseará contestar.
Siempre se aprende mucho más cuando se participa de forma activa en cualquier evento. Si ves que te aburres en clase, porque resulta muy monótona, ponte en primera fila y haz preguntas de vez en cuando. Cuando preguntas, eso te obliga a atender más, y aprenderás más. El conocimiento aplicado es más intenso en primera persona.
Termino este mensaje diciendo, como conclusión, que la vida es un continuo esfuerzo. Que hay que aprender a esforzarse sin darle importancia al esfuerzo, porque es ley de vida. Sin trabajo no hay nada valioso en la vida. Y a cambio, tendrás un gran premio: como demuestra la Psicología, a los grandes esfuerzos, les siguen grandes satisfacciones. Ergo, para ser feliz, esfuérzate mucho.