No diré yo que no entienda (al menos en parte) las supuestas razones que arguyen compañías como EA para justificar su velado (ya no tanto) ataque al importante (esa es la cuestión) mercado de segunda mano, pero sí me pregunto qué pasaría si en sectores tan relevantes como, por ejemplo, el del automovilismo, se autorizaran prácticas similares con referencia al (igualmente importante) mercado de segunda mano...
¿Os imagináis que al comprar el cohe o la moto usados tuviéramos que abonar un porcentaje determinado (añadido a su valor como bien de sedugunda mano, por ende, depreciado por el uso previo) por la supuesta pérdida que habrían cosechado al dejar de vender el mismo vehículo nuevo? De cachondeo vamos... ¡Hay que recordar que en un sector tan delicado como éste todos los gobiernos han tomado medidas específicas importante para mantener a flote, no sólo el mercado de primera mano, sino también el de segunda mano, paralelamente! Por ejemplo, el hecho de eliminar de las matrículas la referencia a la provincia de adquisición originaria del vehículo, sin ir más lejos...
El truco del almendruco está en la enorme piedra de molino con la que la industria del entretenimiento audiovisual y los autoproclamados adalides de los derechos de autor y propiedad intelectual quieren hacernos comulgar desde hace tiempo: película, canción o juego descargado igual a venta perdida. Rotundamente falso. Así de claro. Yo compro muchos originales, pero mucho de lo que descargo (y puedo hacerlo porque pago por ello, dicho sea de paso) no lo querría ni regalado, porque no tiene una mínima calidad (por no decir decencia). Y mucho menos pagaría por ello de 70 a 100€, en el caso de los videojuegos.
Además, estamos hablando de un producto que, como los vehículos a motor, salvo raras excepciones, se deprecian notable y rápidamente por el mero transcurso del tiempo (antes lo apuntaba otro forero: pasada la novedad, el producto se devalúa rápidamente) y también por el uso del propio formato físico.
Es lícito, pues, mercadear con él una vez usado. ¿Pero, deben las compañías creadoras beneficiarse de ello? Cuando menos, es discutible, ya que el arquitecto que proyectó mi vivienda y dirigió su construcción (actividad tan intelectual y digna de protección como la creación de una canción) no percibe un duro por su trabajo cuando la vendo de segunda mano para mudarme a otra o irme a vivir debajo de un puente, si es el caso. ¡Ni más faltaba!
No nos tratan como debieran, como usuarios, sino como meros consumidores aborregados. Es como en el caso de cierto producto financiero: ambos concepto se parecen, pero no es lo mismo
La pena es que todos acabamos pasando por el aro y así nos luce el pelo.
Conmigo, en principio, que no cuenten, pues yo soy un convencido de la segunda mano en este ámbito y además lo he convertido en mi afición, salvo contadas excepciones, en que es preferible o más asequible la adquisión del producto nuevo. Lo único que van a conseguir de seguri así es perder un consumidor de su producto original, al menos, porque ya empiezo a estar hastiado.
¡Y ello por no hablar de que este mercado secuendario y perfectamente legal da trabajo a muchas personas en multitud de países!
Lo dejo ya porque el tema me indigna.