EL CONFESIONARIO: Confieso que...

-Rara vez oigo a mis vecinos de al lado, pero cuando hay partido del Madrid mutan en seres berreantes. Nunca he entendido qué tiene el fútbol para que la gente lo viva tanto. No te pagan por verlo ni te regalan nada, es un timo todo.
-Tengo una hija que afirma que su misión es "matar luchando". Pues muy bien, no seré yo quien ponga límites a sus sueños.
-Le he preguntado al melón si me seguiría queriendo si un día muto en una acelga medio pocha. No me ha mirado mal ni ha tratado de tirarme por la ventana.
-No me motiva nada el tema de oposiciones, pero menos me motiva estar en paro. Quiero un trabajo que me permita conciliar. Quiero mil euros también. Quiero un anquilosaurio. O dos.
-Tengo ganas de conciertos. Y de tomar chocolate mientras arde un palacio renacentista de fondo.
-Tengo que reconocer que me lo paso en grande con la merlucilla. Hace unos días le soltó al melón un "Yo soy las reglas". Se le están subiendo los 5 años a la cabeza.
-He llegado a un punto en el que envidio a las pinzas de la ropa. Nadie espera nada de ellas. No tienen que socializar. No resuelven ecuaciones.
- @Halluat me tiene calada en IG. Así que la menciono solo para fastidiar.
-Ya se está acabando el verano, mhuahahahaha. Pronto podré salir de casa sin ser atacada por el sol abrasador. Y entonces tomaré las calles y reivindicaré los derechos de las radiales oxidadas como material de masaje.
-Alguien, no diré quién, me debe una visita. Sé que estás ahí, no disimules.
-Aunque me puede visitar quien quiera, prometo no quedarme con órganos que no son míos.
-Tengo demasiados libros y juegos pendientes. Pero tengo que estudiar, se me ha acabado la semana de descanso que me he tomado. Pero quiero leer, quiero jugar, quiero coleccionar suspiros congelados.
-Quiero un capibara, se llevan bien con todo el mundo. Pero quiero que sea pigmeo y poder llevarlo en un bolsillo.
-Quiero volver a Japón, quiero desplazarme en diagonal mientras llueven pianos de cola.
-Y ya está, que me canso de confesar.

-Mi propósito para este 2025 es no morirme. Es lo mismo que me he propuesto estos años atrás y ya me he vuelto muy eficiente.
-Desde hace unos años parece que solo me muevo de un extremo al otro, del blanco al negro, del todo a la nada. Siempre me he considerado una persona bastante equilibrada y aún no me acostumbro a este viaje donde tan pronto rozas el cielo como te hundes en lo más profundo del abismo. Lo peor es que no sé qué prefiero, si la estabilidad de los sentidos anestesiados o la explosión de sensaciones que me hace delirar cuando cae la noche.
-Añoro algunos de los aspectos de mi vida anterior, especialmente la gente a la que tenía a mi alrededor. Me recargo de energía cada vez que escapo a ver a unas amigas que me entienden como nadie, ojalá las tuviese más cerca. No es fácil dar con personas como ellas.
-Tengo una relación amor-odio con Jujutsu Kaisen. Bastante visceral, todo sea dicho. Y encima Geto y Gojo ni siquiera se declaran amor eterno. Meh.
-Mentiría si dijera que no me cansa la vida. No me apetece reencarnarme o que exista vida tras la muerte. Y eso que sigo con mi firme propósito de no morirme todavía, pero tampoco hay que venirse muy arriba. Definitivamente, yo nací para pasar la mayor parte del día durmiendo. Estoy siempre agotada.
-Agotada o no, lo cierto es que cada noche duermo acurrucada entre sus brazos y la vida se vuelve un poco más fácil. Aún me sigue fascinando que hayamos terminado juntos, y sobre todo, que no haya decidido huir al otro lado del mundo para que lo deje en paz un rato
-Me fascina la curiosidad sin fin que presenta la merlucilla. Tengo que reconocer que disfruto muchísimo a su lado.
-De lo que no disfruto nada es de prepararme la oposición del averno. A ver, son nuevos conocimientos y eso al final siempre me interesa en cierto modo. Pero se me ocurren mil cosas más apasionantes. Pero todo sea por tener un trabajo con reducción de jornada que me permita conciliar. No es la pasión de mi vida, pero es que de pasión no se come y yo nunca he sido partidaria de esa corriente de pensamiento que sostiene que puedes conseguir todo lo que te propongas. Salvo si te propones no morirte por el momento, que es a lo que he decido aspirar.
-Admiro a la gente que sabe dibujar. Mucho. Yo tengo la misma habilidad para ello que un pepino de mar. Probablemente se le diese mejor al pepino.
-Me encanta volar en avión.
-Siento a lo grande, en exceso, desbordante. Tanto lo bueno como lo malo. Soy consciente de que no es muy habitual lo mío, de hecho se suele atenuar si la medicación sube. Pero es que me frustra perder parte de esa explosión de imágenes y sonido, ese grito que contiene el mundo y que lo transforma a mis ojos en algo que roba el aliento. Quiero recuperar parte de ese deseo sin tener que perderme a mí misma por el camino.
-Me pregunto si llega un momento en que una madre deja de contemplar extasiada a su criatura durmiente. Me cuesta no comérmela a besos cada vez que la miro. Es un tipo de amor que no esperaba poder llegar a sentir. Por ella haría cualquier cosa, incluso eliminar a media humanidad si hace falta. Aunque eso lo haría igualmente sin necesidad, será por cutres en el mundo...
-Me va tocando cambio de firma, pero me da pereza absoluta. Ese es el resumen de la filosofía mellística: todo da pereza.
-Puedo pasarme horas con una canción en bucle. O escuchando el mismo álbum un día tras otro. Hasta que de pronto algo hace "clac" en mi cerebro y descubro una nueva obsesión.
-Tengo muchísimas ganas de volver a Japón. Y de seguir estudiando el idioma, a ver si la oposición del averno no me roba más de un par de años y puedo volver al estudiar por gusto.
-Me pregunto si la gente lee los tochos que escribo. Me consta que hay un par de merluzos que sí (a fin de cuentas, estas confesiones son también mi forma de comunicarme con ellos), pero para aquellos que no me conocen esto debe parecer una parrafada infumable.
-Quiero ir a conciertos. Quiero volver a los videojuegos. Quiero saquear la biblioteca. Quiero millones de euros y un tapir de peluche al que llamaré Anacleto.
-Reconozco que me encanta que me abracen los hombres altos. Sin connotaciones románticas, simplemente me siento protegida. Y apreciada. Tengo un amigo que siempre que nos vemos me apretuja fuerte y me encanta.
-¿Os ha pasado alguna vez que al conocer a alguien por primera vez habéis sentido una conexión especial? A mí me pasó con mi mejor amiga, la echo de menos. Aunque a ella no la abrazo, que somos un par de rancias.
-Me gustaría volver a pasar por Barcelona y meterme un rato con Jan.
-Me gustaría hacer mil cosas, a lo mejor, después de todo, si necesito una vida después de la muerte. Pero aún me lo tengo que pensar.
-Hace mucho que no conozco a gente nueva. Es algo que siempre me ha gustado hacer (yo era de las que en el 2000 se apuntaba a quedar con todo el que me lo propusiese, viva internet y mi inconsciencia). Pero a ciertas edades ya la gente tiene sus vidas hechas y no es tan fácil. Lo bueno es que aún conservo a varias de esas personas, lejos, pero ahí están.
-Una cosa que me pasa y que no sé si es normal, es que yo no necesito contacto habitual para mantener una amistad. Yo tengo mala memoria, así que seguramente olvido mucho de lo que he hablado con otra persona, pero el aprecio lo mantengo ahí, inalterable. Que me dicen de quedar y hace años que no hablamos, pues sin problema. Para mí es como si no hubiese pasado el tiempo.
-Me gustan los hombres con el pelo largo. No sé el motivo, pero ahí está el hecho. Podría decir que es porque me estoy quedando calva y así podría obtener una peluca, pero en realidad esto me viene de muy atrás, de 1758. Creo que es la única cosa física que me llama la atención. O llamaba, creo que ya no recuerdo la última vez que me fijé en un ser humano (podría hacer una excepción en 2D. O en 4D).
-Miro atrás y no sé si me reconozco en la persona que era. No me quejo, considero que en esta vida siempre he ido progresando y alcanzando mayores niveles de satisfacción. Pero es que a veces siento que me he roto y vuelto a reconstruir tantas veces que ya no sé si en el proceso he perdido alguna pieza o he montado algo como no toca.
-No quiero decirlo muy alto, pero ser madre no está nada mal. No tengo ganas de repetir, con una me basta. Pero es que la quiero tanto... por primera vez la felicidad de otra persona me es más importante que la mía propia. Lo cual no debe hacer que descuide la mía, que es vital también, tanto para ella como para mí. La felicidad del melón también es importante. Pero menos, que es informático. Y aún no le he perdonado todo el tiempo de acoso y derribo que tuve que invertir en seducirlo. Mira que fui persistente, y encima no salió corriendo como otros. La verdad es que fueron tiempos divertidos los de soltería. Fue muy breve, pero me encargué de espantar a alguno que otro. Un amigo me dijo que debía aprender a ir más despacio, pero eso habría sido aburrido. No me gusta el aburrimiento.
-Con la que no me aburro ni un momento es con la merlucilla. Aún no he superado que crease el juego de "las malas noticias de la navidad".
-A veces siento que mi mente va demasiado deprisa y todo se convierte en caos y tengo que tumbarme a imaginas escenarios de fantasía que me permitan evadirme un rato. Como que tengo dinero para comprarme una casa. Bueno, no, no es ese tipo de escenarios, pero hay que reconocer que hay pocas cosas más fantasiosas que eso.
-Hoy he descubierto que existe el caracol de volcanes y he decidido convertirlo en mi guía espiritual.
-Yo no sé cómo skyrunner me aguanta la brasa que le doy vía WhatsApp. Por si me lee, aprovecho para recordar que me debes dos visitas. Sí, era una, pero ya sabes, la inflación y todo eso.
-¿Os he dicho alguna vez que la merlucilla es adorable? Me he convertido en una de esas madres horribles, lo sé. Pero es que es lo que hay, es una ricura. Me lo dicen constantemente, así que probablemente sea cierto.
-Estaba ligeramente estresada cuando empecé a escribir estas confesiones. Ahora creo que vuelvo a ser persona.
-Hoy he caminado. Mucho. Ha sido horrible, había niños por todas partes. Qué, me siguen resultando repelentes, solo tolero a la mía.
-Si has llegado hasta aquí y lo has leído todo, déjame decirte que estoy impresionada.
-Esta vez he confesado menos chorradas que de costumbre. Eso es porque me estoy volviendo una señora respetable.
-Bueno, que ya me callo, que si no me puedo pasar la noche contando y contando. Y eso creo que es ilegal.