Si la humanidad se extinguiera de pronto, y pasados unos cuantos siglos llegara a la Tierra una expedición de arqueólogos extraterrestres en busca de nuestros restos, probablemente bautizarían al período de tiempo que nos tocó vivir en función del material tecnológico encontrado en mayor abundancia en las excavaciones. Si hace 5.000 años, en nuestra prehistoria, vivimos lo que se llamó la edad del bronce, para esos extraterrestres estudiosos de nuestra post-historia, los humanos se habrían extinguido durante la edad del plástico.
Y por desgracia, es el océano quien se encarga de recordarnos de forma dramática el abuso en la fabricación de materiales de plástico (que escaparon al reciclado) con el que hemos castigado a nuestro planeta durante los últimos 70 años. Cuesta trabajo hacerse una idea de su volumen, pero en el Océano Pacífico, en algún lugar entre San Francisco y Hawaii, existe una enorme isla de basura de un tamaño superior al de Francia, España y Portugal.
Los expertos se refieren a ella como "gran mancha de basura del Pacífico", aunque algunos, más efectistas, prefieren llamarla "el séptimo continente". No es un fenómeno novedoso, de hecho se detectó por primera vez en la década de 1950, y desde entonces ha venido creciendo a paso rápido a causa de nuestra desmedida dependencia del plástico.
Las primeras contra medidas ya se han tomado, y es por eso que en los supermercados han comenzando a cobrarte las bolsas de plástico. Afortunadamente, cada vez se ve a más gente concienciada con el medio ambiente portando a casa sus compras en carritos o en bolsas de tela reutilizables, pero la enorme mancha de basura, que consta en un 80% de plástico y pesa más de 3,5 millones de toneladas, no va a desaparecer de la mañana a la noche. Su tamaño es tal que limpiarla simplemente no es una opción.
Próximamente, una expedición de la Sociedad de Exploración Francesa (SEF), esponsorizada por el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNEE), iniciará una expedición a la gran isla de basura. El motivo de esta expedición, que comandará el explorador del SEF Patrick Deixonne, es la de analizar la composición del montón de basura y advertir al mundo sobre su existencia.
La expedición zarpará el 2 de mayo desde San Diego, en la costa californiana de los Estados Unidos y viajará 4.630 kilómetros hasta alcanzar Hawaii.
Según los datos aportados por el CNEE, esta agrupación de residuos flotantes de origen humano (en el que abundan boyas, redes de pesca, tapones de botellas, objetos de todo tipo escapados de las cloacas y millones de residuos y pequeñas partículas de plástico) mide 22.200 kilómetros de circunferencia, lo que arroja una superficie de 3,4 millones de kilómetros cuadrados.
La goleta recibirá ayuda desde el espacio, ya que los satélites de la NASA Terra y Aqua , les irán guiando hacia la isla de desperdicios. Durante el trayecto, los expertos a bordo irán midiendo la densidad de los residuos, mientras toman muestras de agua, plancton y materiales sólidos. Los científicos advierten de que la placa de basura no es superficial, sino que tiene una profundidad de 30 metros, lo cual obviamente afecta al medio ambiente submarino.
De continuar creciendo al ritmo actual, la mancha de basura no solo supondrá una amenaza al turismo en las costas de Hawaii o California, sino que pondrá en riesgo la navegación mercante.
El motivo por el que la basura de todo el planeta ha finalizado en esa región concreta es la existencia de un remolino gigante provocado por la fuerza de la corriente espiral del Pacífico Norte, que rota en el sentido de las agujas del reloj. Este hecho, sumado al de los vientos de ese área, contribuye a que la bolsa de basura se vea atrapada en medio de las aguas sin alcanzar las costas.
No es la única mancha de basura del planeta, de hecho los expertos advierten de otras cuatro de menor tamaño, una de las cuales se encuentra en la costa occidental del Atlántico Norte, entre Cuba y los Estados Unidos (Mar de los Sargazos).
Madre mía...