¿Cómo que la Virgen del Rocío no hace milagros? Vaya que sí. Mi padre conocía un caso, de hecho. Un señor que había pasado las paperas no podía tener hijos. Pero cada vez que iban al Rocío, su señora se quedaba preñada.
Fuera bromas (aunque esto es un caso verídico, en realidad no es una broma), a mí lo que me ha parecido alucinante es la descripción de los periodistas de los medios informativos. Estaba viendo las imágenes de los cafres esos dándose mamporros unos a otros y al mismo tiempo escuchaba una narración que parecía de otra noticia: que si sentimientos, que si fervor, que si bellas imágenes que quedan en la retina, que si la emoción de los almonteños que no han podido contenerse... Las imágenes por sí mismas tampoco me cuentan nada nuevo, es lo mismo todos los años. Será que hasta ahora no me había parado a pensar en lo difícil que puede ser describir la escena sin contar lo que realmente pasa ahí.
Por otra parte, yo creía que había vuelto ilesa de la guerra el día que soporté un concierto de Iron Maiden en primera fila mientras tíos como castillos se desmayaban a mi alrededor. Me equivoqué. Para probar mi auténtica supervivencia debería intentar pillar primera fila en el Rocío. Seguro que yo, que me las doy de curtida en mil batallas similares, no soportaría la presión.
Para terminar, me gustaría recordar que el Rocío es una fiesta religiosa pero digamos que está un poco al margen de la religión oficial. Las romerías son más antiguas que el cristianismo, son fenómenos religiosos anteriores que fueron absorbidos por la religión dominante, igual que hay otras costumbres en otros países que se asocian al cristianismo local pero que no existen como manifestación en los demás sitios. De hecho las fiestas de los pueblos en honor a la patrona suelen ser en épocas de vendimias y cosechas, lo cual nos indica que el culto a la figura femenina que tuvieran por allí, asociada a la fertilidad de la tierra, fue sustituido por el culto a la Virgen con la llegada del cristianismo.
De hecho allá por el año 93 el Papa Juan Pablo II se dio una vuelta por la aldea del Rocío para dar un tirón de orejas a los almonteños. El problema es que nadie le entendió, se dio la noticia como que había visitado el Rocío y la gente lo tomó como un apoyo a la fiesta, pero si se escuchaba atentamente el discurso se entreveía el rapapolvos que les echó.