un articulo de opinión del diario de sevilla:
http://www.diariodesevilla.es/article/o ... havez.htmlLA sabiduría popular concede un gran valor a la abundancia de recursos naturales. Contar con petróleo o yacimientos de recursos preciosos es considerado como una gran suerte. Esta bendición, sin embargo, se vuelve en maldición en la mayoría de los casos. Fuera de las economías occidentales, sólo unos pocos países llevan a cabo una explotación racional de este tipo de recursos.
Si es que los pueden explotar con sus propios medios. También, en la mayoría de los casos, necesitan recursos financieros y, sobre todo, tecnología y capital humano de empresas occidentales para explotarlos.
Poco después de su llegada al poder, el Gobierno de Hugo Chávez despidió a 20.000 trabajadores de PDVSA, la empresa estatal de petróleos. Los mejores ingenieros y técnicos abandonaron el país y fueron sustituidos por militantes afines al régimen. La cúpula directiva de la compañía se llenó de personal -incluyendo militares- que carecía de experiencia técnica alguna.
La desorganización se instaló en la empresa. Su producción se ha reducido un 12% durante la última década, a pesar de los nuevos yacimientos y de la espectacular subida del precio del petróleo, que se ha multiplicado por tres. La más trágica prueba del desgobierno se manifestó hace sólo unos meses con una explosión en la mayor refinería del país, que causó varias muertes.
A pesar de contar con las mayores reservas de mundo, Venezuela importa gasolina, aunque cueste creerlo. El problema no es nuevo. En 1992 participé en una misión frustrada del IADB/Banco Mundial a Caracas. Frustrada porque se anunciaba un golpe de estado -el que Chávez protagonizó- y obligó a toda la misión a permanecer en EEUU. Hace 20 años Venezuela ya adolecía de un problema: la escasez, en cantidad y calidad, de ingenieros, para explotar el petróleo. Las amenazas a empresas extranjeras han impedido que los yacimientos sean explotados adecuadamente. Las pocas empresas que han permanecido -Repsol incluida- son las que llevan a cabo las operaciones técnicamente más complejas.
El régimen del fallecido presidente Chávez evolucionó en su relación con las empresas privadas, especialmente con las extranjeras. De una actitud inicial tolerante y permisiva fue modificándose hacia otra de abierta hostilidad.
La regulación de la actividad empresarial se fue haciendo más prolija, obligando a las empresas a cumplir con muchas normas de difícil cumplimiento con la ideología como única justificación. Las empresas tenían que prestar más atención a dicho cumplimiento que a fabricar productos o a prestar servicios con calidad. El Gobierno obligaba a fijar precios y si no se cumplían amenazaba con el cierre. Poco a poco han ido ofreciendo productos con calidad de estilo soviético y han sido denunciadas por las autoridades, cerrando un bucle perfectamente planeado.
Adicionalmente, las empresas extranjeras no pueden repatriar beneficios -entre ellas varias grandes empresas españolas. La inversión extranjera es, virtualmente, nula.
Las nacionalizaciones se extendieron a sectores básicos como telefonía fija, electricidad y algunos bancos. El suministro eléctrico se corta con frecuencia sin que nadie sea responsable. Algunas grandes fincas fueron expropiadas. El resultado es que si va a un supermercado en Caracas, puede encontrar pollos, verduras y azúcar, pero en distintos días, no todo al mismo tiempo. Venezuela tiene que importarlo todo, desde la gasolina hasta la comida.
Más grave, si cabe, ha sido el acoso a los medios de comunicación. Los canales de TV, radio y los periódicos que no se alineaban ideológicamente con la propaganda del régimen han sido cerrados o expropiados.
El acoso se dirigió también a las personas. En 2004 se recogieron más de tres millones de firmas con el objeto de organizar un referéndum para decidir sobre la continuidad de Chávez. Los nombres de los firmantes se hicieron públicos. Fueron despedidos de los organismos estatales y, en muchos casos, los pasaportes fueron retirados.
Todas estas políticas de carácter micro han tenido su reflejo en la situación macroeconómica. Desde el año 2002, la inflación media ha sido del 25%, frente al 5% del resto de América Latina, según datos de la Cepal, organismo de Naciones Unidas para América Latina.
La gestión de las reservas de divisas ha provocado un marasmo en el tipo de cambio. La devaluación llevada a cabo hace unas semanas estableció un tipo de cambio de 6,3 bolívares por dólar. En el mercado paralelo el tipo es cuatro veces mayor, lo que provoca operaciones especulativas a gran escala y una corrupción mayor aún.
No obstante todo lo anterior, es cierto que el régimen ha llevado a cabo una política social que ha llegado a sectores pobres de la población. Los sucesivos gobiernos de derecha anteriores simplemente ignoraban a los estratos más necesitados, como ha ocurrido históricamente en toda América Latina. La proporción de población que vive en la pobreza se ha reducido desde el 48% al 30% en el periodo 2002-2011, según la Cepal. Pero esa reducción ha sido un fenómeno generalizado en el continente, no exclusivo de Venezuela. Como media, la reducción experimentada ha sido del 45% al 30%. Y hay países -Brasil, Perú- en donde la reducción ha sido igual o mayor que en el país caribeño. Sin embargo, no lo han conseguido a través de políticas de destrucción de la empresa privada, sino justamente lo contrario y dentro de regímenes políticos que defienden la democracia y la libertad, aún con todos sus defectos.
El futuro de Venezuela está, mucho más que en otros países, en manos de sus ciudadanos. Nicolás Maduro, en su primer mensaje, no se ha presentado como vicepresidente, sino como jefe del comando revolucionario político-militar.
No se augura nada bueno.