De hecho, una de las torturas en la Edad media era, poner una jaula con una rata sobre la barriga de alguien con la parte de abajo de la jaula abierta, de tal forma, que la rata al agobiarse y querer salir comenzaba a arañar a la persona hacia abajo hasta que en algunos casos, llegaba literalmente hasta perforar el hueso de la espalda mientras el reo moría atado gritando.