¿Como se presenta el día y el finde, solteros de oro?
Por el momento a la rodilla hay que sumarle fiebre y dolor de oídos. Por lo que se ve había dos por uno en el hospital jajaja
Para mí, y por ahora, el día se presenta bien. Quizás venga un amigo desde muy lejos a visitarme y mañana tengo el cumple de mi primo, así que por fin pisaré la calle (aunque lo mínimo para ir del portal al coche jajaja).
Bueno, voy a ver si descanso un poco y me baja la fiebre (o me sube soñando en la 'pequeñina' jajaja), aunque no sin antes dejaros un par de regalitos:
http://www.youtube.com/watch?v=UftowLtrFVcY el fruto de mi aburrimiento (no me veo como escritor jajaja):
Recuerdos de un susurroEntre la lluvia de balas y el gélido aliento de la muerte un susurro llegaba a sus oídos. Una conocida voz femenina empujaba al soldado a seguir peleando por su vida. Insistía en las promesas que ambos habían hecho antes de que la guerra les separara. Por la cabeza del joven pasaban a gran velocidad los sueños que ya no podría cumplir. Y siempre en ellos la imagen de su dulce cara adornada por aquellos intensos ojos marrones que le quitaban el sentido, la brillante melena castaña cayéndole por los hombros y la alegría que desprendían cada una de sus sonrisas.
A cada segundo que transcurría, el dolor dejaba paso al frío. Las fuerzas empezaban a abandonarle, pero el susurro seguía. En la mente de nuestro soldado apareció el recuerdo del día en que ambos se conocieron. Nada parecía indicar que en aquella tarde de finales de diciembre los dos conocerían a la persona con la que siempre habían soñado. Recodaba como la timidez del principio se transformó y dio lugar a un baile de seducción que los jóvenes enamorados disfrutaron durante varios meses hasta que sus mudos corazones se armaron de valor y decidieron iniciar el camino juntos.
Sin embargo, la magia del primer beso, del contemplar sus cuerpos desnudos o compartir algo que escapaba de lo físico estaba desapareciendo en aquellos momentos. Por la herida que la bala había causado en su pecho no sólo se le escapaba la vida, sino algo mucho más fuerte. Poco a poco, el alma del muchacho, cargada de ilusiones y amor, empezó a alejarse del cuerpo. Primero llegaron los espasmos. Luego perdió uno por uno los sentidos, comenzando por la vista y siendo el último el oído. El frío se adueñó de su cuerpo y el dolor pasó a ser algo del pasado. Finalmente, su mente se apagó no sin antes tener un último recuerdo: ella, la persona más importante en su vida, acariciándole el rostro con ternura y susurrándole al oído que nada les separaría.