Laporta estalla, esta vez contra su chófer
Laporta estalla, esta vez contra su chófer
F. O. | 17/01/2008
El presidente del Barcelona, Joan Laporta, fue cazado una vez más in fraganti en una muestra de su poca paciencia y su excesivo nerviosismo. Según informaba ayer el diario La Vanguardia en su página 2, Laporta volvió a dar muestras de que pierde los nervios con cierta facilidad, esta vez al protagonizar un incidente con el chófer del Barça, en pleno centro de la ciudad.
"Quien más, quien menos, ha podido tener algún día un momento malo en el que ha perdido los nervios y luego ha tenido que arrepentirse", decía el artículo de La Vanguardia, para proseguir: "Cuando la persona afectada ostenta una representación pública, estas actitudes deben controlarse todavía más, para evitar dar una mala imagen ante la sociedad".
El pasado lunes, en plena plaza Francesc Macià -uno de los puntos neurálgicos de la capital catalana- y ante numerosos testigos, Laporta aprovechó que el semáforo estaba en rojo, se apeó de la parte trasera del vehículo que le paga el Barça (un sedán de gama alta de una marca japonesa) dando gritos y con un sonoro portazo.
"A continuación se dirigió a la puerta del conductor y, al grito de "¡fuera de aquí!, ¡fuera!", conminó a su chófer a salir del puesto de conducción para ponerse él", explicó el diario barcelonés.
Tras estos aspavientos, el presidente del Barça, ya metido a conductor del vehículo, arrancó "con una gran aceleración, ante la mirada atónita de los transeúntes", en cuanto el semáforo se puso en verde.
Aunque Laporta ha negado en algunas entrevistas ser presa de ataques de ira, este episodio no es el primero que se le recuerda desde que se hiciera cargo de la presidencia del Barça. Su salida de tono más sonada también fue denunciada por un periódico, ABC, en aquella ocasión porque un lector desveló que el presidente había perdido los nervios en El Prat, tras perder los nervios en un control de metales. En aquella ocasión, Laporta se quedó en calzoncillos, tras despojarse de sus pantalones, molesto porque el detector no dejaba de sonar cada vez que intentaba pasar por él.