HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ
Juanma Trueba
Madrid y Juve se juegan gloria y honor en un choque fabuloso
Todo lo demás, lo sucedido desde el pasado mes de abril, la muerte en Mónaco, ha sido un ensayo que prepara esto, lo de hoy, lo de esta noche. Así ocurre en el Real Madrid, así se siente en su tuétano, la Copa es un estorbo y la Liga ya no resulta suficiente (29 títulos que se guardan en el trastero); la Liga es, simplemente, el tiempo que transcurre hasta el próximo partido de Champions, una manera de chinchar al Barça o de sentirse chinchado por él, bien lo sabe Del Bosque, fuera de juego después del último título.
Quizá oigan otras cosas, pero no las crean, es diplomacia: sólo importa la Copa de Europa, sólo eso, basta medir la satisfacción que provoca en jugadores y aficionados. No recuerdo lágrimas en las Ligas blancas, más bien sensación de alivio por el deber cumplido, manos que se estrechan. Y sin embargo he visto emocionarse a los madridistas más cuajados cuando el capitán de turno levantó esa Copa y volaron los papelitos y cantó Freddy Mercury.
Es la Champions y es la Juve. No se trata de un espontáneo al que se le puede escapar un tiro, uno de esos que abrazan tan fuerte que pueden llegar a matar. No es el Mónaco. Es el mayor enemigo posible junto al Bayern de Múnich y el Milán, el resto son aliados. Y es en casa. Por eso no hay excusas: sólo cabe el mejor Madrid posible; hoy no hay viejos, hay expertos.
Hace dos temporadas la lesión de Ronaldo desmoronó al equipo en el mismo grado que elevó a la Juve. Sin él, el Madrid no supo protegerse en Turín y fue avasallado. Hasta que Ronaldo saltó al campo cuando faltaban 38 minutos y, pese a estar renqueante, provocó un penalti que falló Figo. Ya lo ven: las afrentas con la Juve son tan inolvidables como las calabazas que reparten las diosas.
Esta noche es la Juventus la que se presenta con heridas de guerra. Nedved, el centrocampista total, se lesionó el pasado 23 de enero y hoy, después de un mes entre algodones, disputará su primer partido. Trezeguet, que marcó en el Bernabéu hace dos temporadas, será baja, aunque esto lo recuerdo por animar, pues personalmente me parece un delantero con más poses que pólvora, como Inzaghi, flower power, panteras rosas.
Ibrahimovic es otra historia. Es bueno y está loco. Y además es alto: 1,92. No hace falta que les recuerde los problemas que causan los tipos así a la defensa del Madrid, incluso los más zotes, no diré nombres. Junto a él, Del Piero, que es Raúl en versión italiana, tanto talento, mismas sospechas.
Por detrás, hay varios jugadores cuyas historias se entrelazan en algún momento con el Madrid. Emerson, por ejemplo, prefirió fichar por la Juve esta pretemporada y despreció la oferta de la galaxia. Cannavaro fue descartado por el imprevisible equipo médico del Madrid por una lesión crónica en la tibia que no le impide jugar con la Juve, pero que provocará que algún día le estalle el hueso como un cartucho de dinamita, se supone. Thuram ha sido un viejo deseo jamás cumplido y Buffon es una querencia personal del presidente, incomprensible visto el rendimiento de Casillas, al que sólo le falta parar trenes y asteroides.
Por lo demás, salvo alguna diferencia de pigmentación, los jugadores de la Juve son todos muy similares, con barba de tres días, gomina efecto despeinado y ojos de colores bonitos. Si hace frío (lo hará, incluso lluvia) saldrán con cuello cisne. Capello es distinto, aunque también se encanta. Se podría decir de él que ha tuneado a la Juve, que es un Fiat (claro) hasta convertirla en un tanque: sólo un gol en contra en la fase previa de la Champions; bostezos, muchos.
En cueros. En el Madrid se despejó ayer la única miniduda: jugará Salgado. Equipo nudista con la excepción de Gravesen, que ejercerá de taparrabos, nunca mejor dicho y disculpen. Guti volverá a ser víctima de los privilegios ajenos aunque será el Madrid quien pague la factura.
Luxemburgo, que ayer comió con Florentino en compañía de numerosos representantes (también el de Robinho), debuta en la Champions. Y no es eso lo mejor, sino que, en el momento más importante desde su llegada a Madrid, tres días después de demostrar su gran autoridad, está en las manos de Ronaldo, más aún, a sus pies, hay otros goleadores, pero no hay un futbolista más fiable en el mundo para los partidos que matan.
Si Ronaldo marca hoy, si se besa la muñeca, si decide el choque y encarrila la eliminatoria, sólo cabe una postura digna: brindar por los novios.
Un saludo.