Aún no había escrito nada sobre Juan Antonio, no se como hacerlo, razón por la que paso a copiar el mensaje que acabo de enviar a La Rosa de los vientos...
¿Que decir de Juan Antonio Cebrián, “el Cebri”?
Era un hombre capaz de conseguir que alguien que no se ha interesado mucho por la historia, (yo), se quedase embobado escuchando los pasajes de la historia, llegando incluso a emocionarse y sentirse casi, casi, como si estubiera viviendo la historia en sus propias carnes. Tal era el ardor, la emoción que imbuía en sus relatos y que, con su pausado hablar, voz suave y tono amable, llegaba a transmitir al oyente, o quizá sería más correcto decir “escuchante”, porque a Juan Antonio no se le oía, se le escuchaba con atención...
Anoche, al encender la radio dispuesto a escuchar La Rosa de Los Vientos, me golpeó con enorme crudeza la amarga noticia de su muerte. Por unos instantes pensé “no puede ser, seguro que están homenajeando algún programa al estilo de ‘La guerra de los mundos’, y en unos instantes aparecerá Juan Antonio diciéndo, en tono socarrón, algo así como ‘De esta manera se crean las leyendas urbanas...’ o algo por el estilo...”. No fué así, dando comienzo un programa musical... Durante varios minutos me sentí perdido, como si no supiera donde estaba ni que hacía... Pasada esta sensación, estuve andando de la cocina al dormitorio y viceversa, estaba desorientado, no llegaba a entender lo ocurrido. ¿Cómo era posible, un hombre joven, vital, lleno de proyectos e ilusiones?
En ese momento yo, que creía admirar a Juan Antonio, me di cuenta de que en realidad no le admiraba... El desgarrador nudo en la garganta, esas lágrimas que tímidas aparecian en mis ojos, no brotan por alguien a quien se admira, lo hacen por alguien por quien se siente un profundo afecto, por alguien a quien se quiere, pese a no haberle conocido nunca, ni haber cruzado una palabra...
No tengo palabras para su familia y amigos, no se cómo expresar este sentimiento que atenaza mi corazón, sólo transmitirles mis más sinceras condolencias, en especial a Silvia y Alejandro...
Como consuelo nos queda, gracias a los adelantos de la técnica, la posibilidad de volver a escuchar sus programas, algo que en el futuro permitirá a su hijo conocer mejor a su padre, su calidad humana, así como comprender porqué fué un hombre respetado y querido por sus familias: la pequeñita, de sangre, y otra inmensa, la que tenía a través de las ondas en toda España y, a través de internet, por todo el mundo...
Descanse en paz.
¡Fuerza y Honor!
Francisco López.