Os voy a contar una vieja fábula...
Dicen, que cuando el camarada Brézhnev Nobita, tras la destitución del camarada Jrushchov Sandruscu, tomó posesión de su cargo como Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética FC Barcelona, al llegar el buen hombre (que abanicaba a la humanidad con sus cejas) a su despacho en el Kremlin, encontró sobre la que iba a ser su mesa de escritorio, tres sobres numerados y lacrados junto a una nota, en la que decía: “Abre el primer sobre cuando sobrevenga una crisis”.
El camarada Brézhnev, aunque muy intrigado (imagináoslo frunciendo las cejas, debió de producirse un eclipse ese día), guardó los tres sobres en un cajón y con el tiempo, hasta se olvidó de ellos.
Pero llegó la primera crisis y como la necesidad, según dicen, nos obliga a agudizar el ingenio, se acordó de súbito del juego de sobres que le había legado su predecesor. Revolvió en los cajones, hasta dar con ellos. Rompió el lacre del sobre marcado con el número uno y extrajo la nota que había en su interior. En la cuartilla había solo estas palabras: “Échame a mí a Zubi la culpa de todo. En caso de producirse otra crisis, abre el segundo sobre.” Y eso fue lo que hizo, compareció muy serio diciendo que los problemas a los que se enfrentaba la URSS el FC Barcelona se debían a la pésima gestión del camarada Jrushchov de Zubi.
Transcurrió un tiempo y una nueva crisis volvió a amenazar su gobierno, de modo que se vio forzado a recurrir al segundo sobre. En su interior, otra nota tan escueta como la anterior, que suscribía: “Culpa de todo al extranjero[del] Lucho. En caso de producirse una nueva crisis, abre el tercer sobre.” De modo que el camarada primer secretario, desveló que la crisis se debía [del]a un complot de las potencias capitalistas, que odiaban la armoniosa prosperidad de la patria de obreros y campesinos y ambicionaban su desaparición al Lucho. Y la crisis, nuevamente, pasó de largo.
Pasaron unos años, llego una tercera crisis, y el camarada Brézhnev Nobita, viendo que su puesto volvía a peligrar, recurrió al tercer sobre en busca de una fácil solución. En la tercera nota había escritas estas simples palabras: “Escribe tres cartas para tu sucesor”…