Es que de hecho, uno de los grandes problemas que presenta este falso feminismo con las cuotas, es que demuestra que no ha entendido una mierda el problema de los roles de género. Esta ola de feminismo está copado de gente cuyo mayor problema en la vida ha sido escuchar una opinión contraria y carece de la capacidad de entender el motivo por el cual los roles de género son un problema.
El problema de los roles sociales surge porque debido a cómo está estructurada la sociedad y lo que se espera de una persona según un prejuicio (en este caso el sexo o género) presiona a la persona para que realice determinadas actividades y tenga determinadas actitudes, y con ello, impide el desarrollo individual: yo quiero ser X, pero la sociedad me obliga a ser Y, y por ello, si intento ser X tengo malestar por la cantidad de dificultades que me encuentro y si intento ser Y tengo malestar porque en realidad soy X.
Pero claro, esto, que en el fondo es sencillo, no lo entienden porque básicamente nunca han tenido ese problema y lo equiparan a enfrentamientos ideológicos en twitter porque teóricamente son víctimas de ese problema. Eso deriva en que no entienden el contenido y se fijan en el continente. Y en este caso el continente es la homogeneidad. Eso es: no es la igualdad. La igualdad es el medio para ejercer tu libertad de elección para desarrollarte, que es el problema de los roles de género. Pero al no entender esa parte, lo que hacen es aspirar a una sociedad donde no existan diferencias estadísticas entre hombres y mujeres, algo que no tiene tanto que ver con la igualdad sino con la homogeneidad.
¡Pero nuestra sociedad es heterogénea! No existen paridades en prácticamente ninguna actividad. Altura, color de ojos, metabolismo, belleza, tipo de personalidad, etc... No vivimos en una sociedad homogénea y no tiene por qué ser así.
Pero como no han entendido esto, llegamos a la mayor contradicción del feminismo de tercera ola: para darle homogeneidad a la sociedad, porque han concluido erróneamente que la igualdad se alcanza mediante la homogeneidad, están creando nuevos roles de género. Unos roles de género no basados en el patriarcado pero basados en esa sociedad homogénea. Unos roles de género que dice a la mujer que no puede ejercerse como reclamo sexual, que no puede aceptar roles tradicionales, que debe estudiar carreras con respecto a unas cuotas, y con ello, la otra cara de la moneda, donde los hombres deben adaptarse también a eso: reprime tus deseos sexuales y no mires porno, deja hueco para que mujeres entren, apartate y no llores. La sociedad en su conjunto te presiona para que cumplas con unos estereotipos disfrazándose de "el bien para la sociedad", exactamente lo mismo que hacía la religión durante los milenios anteriores que derivó en el modelo de familia tradicional, pero con toque de heroicidad para sentirse que son del equipo de los buenos, como si un facha no se creyese el heroe de su propia película.
Y eso genera infelicidad. A día de hoy con la inmensa libertad que tenemos para elegir nuestro futuro en relación a lo que sucedía en el pasado, el 85% de las personas son infelices con su trabajo. ¿Por qué sucede esto? Porque se les exige a los jóvenes que, antes de que si quiera sepan que quieren hacer con su vida, tienen que elegir que hacer, formarse en ello. Poca gente tiene la suerte de darse cuenta de cual es su pasión para poder formarse a tiempo. Así que acaba todo el mundo estudiando no por vocación sino por recomendación: "métete en derecho, que ahí hay dinero", "hazte programador", "no hagas historia que eso no tiene salida", y un sin fin de expresiones que condicionan la elección de la gente y que deriva en tener que pasar 40 años de su vida haciendo algo que ni les gusta si quiera.
Pues aquí, el feminismo ahora está metiendo nuevas frases hechas para joder todavía más. "Métete en stem que si no eres machista", "si te vas a enfermería estás propagando estereotipos de género", y otra sarta de bocachancladas cuyo propósito, lejos de ayudar a nadie a encontrar su vocación para tener una vida mejor, están orientadas a moldear la sociedad para que su forma, y no su contenido, se parezca a una cosa que ellos mismos han concluido que tiene que ser, sin pararse a preguntar si debe ser así. Y eso no lo pagan exclusivamente las mujeres, sino que lo pagamos todos, incluidos los propios neofeministas que, cuando se encuentren (otra vez) con que realizar las "tareas de hombres" no es tan guay como se lo vendían, empezarán nuevamente a derivar problemas y a echarles la culpa de su infelicidad a otras entidades abstractas y a proponer nuevamente medidas que derivarán en más roles, más restricciones y menos de todo lo que pregonan ser.