De un tiempo a esta parte estoy haciendo un repaso a juegos viejos que, bien porque no había nacido o bien porque no tuve oportunidad en su momento, no pude jugar. Después de Super Mario y Contra le ha tocado el turno a FFVII.
Para jugarlo he instalado el mod de Satsuki Yatoshi en su última versión ya que la anterior me borraba las partidas. Hay que reconocer que toda la parte gráfica del juego ha envejecido muy mal, y aunque es algo que se le puede aplicar a muchos juegos de la época de PS1 y N64, hay partes como la del Golden Saucer que son difíciles de digerir.
A nivel de historia creo que le pasa como a muchos productos japoneses: empiezan con una premisa interesante y atractiva pero pronto empieza a desbarrar y a ramificarse de forma innecesaria. La parte de Midgar y del ecoterrorismo me parece mejor conseguida que la que sigue con todo el tema de los Ancianos. De momento sólo he llegado hasta empezar lo que sería el CD2 así que mantengo la esperanza de que luego quede todo más atado en corto. Lo que es indudable es que es una narrativa valiente (como ya no se ven) y que le presta mucha atención a los personajes. Realmente consigue que nos importen, y eso teniendo en cuenta las pobres animaciones y la ausencia de voz, es toda una hazaña.
Lo que me ha sorprendido muy gratamente es el sistema de combate. A mí lo de los turnos activos ya me sonaba a algo viejo, como superado. O turnos clásicos o acción en tiempo real. La propia Square Enix se ha empeñado en los últimos años en enterrar el sistema, con iteracciones que se quedan un poco a medio camino de todo. Pues bueno, estaba equivocado. Los combates son desafiantes, son tensos, son estratégicos... Al juego le sienta de maravilla el sistema de materias y la personalización de los personajes. La única pega es que los menús no juegan mucho a favor de la gestión precombate.
Así que bueno, a pesar de que tiene sus cosillas y del tiempo que ha pasado está claro que FFVII tiene muchísimo encanto. No me extraña todo el amor que ha generado desde que salió.