Totalmente, cada batalla es como un puzzle en sí misma. Lo de saber cómo empujar a los enemigos, o a tus propias unidades incluso, es más importante que el propio hecho de quitarles vida con impactos.
A mí me está encantando, ya que se hace muy satisfactoria cada partida, pues tiene una dificultad muy bien ajustada. Son desafíos en los que tienes que pensar muy bien los movimientos, pero nunca se hace imposible y cuando algo sale mal, sabes que te has equivocado en algo, no porque la CPU te trampee ni nada parecido.