Es muy difícil para unos padres aceptar la muerte de un hijo, se produzca como se produzca.
Para los que les matan al hijo, les queda el consuelo de que tienen el cuerpo para poder enterrarlo. A los que les matan al hijo pero no encuentran su cuerpo, les queda un vacío que jamás se podrá llenar. A estos padres les queda la impotencia de pensar todo lo que ha podido sufrir su hijo ahí abajo. Pero siempre hay un consuelo. En la vida todo tiene un sentido, por mucho que cueste encontrarlo.
El sentido de la vida de Julen ha sido el de hacer que este país se de cuenta de qué es en realidad. Durante estas casi dos semanas, hemos visto cómo voluntarios de todo el país, ingenieros, cuerpos y fuerzas de seguridad y mineros se han puesto a trabajar sin descanso para conseguir lo imposible. Hemos visto a comerciantes y hosteleros ofrecer su servicio de forma desinteresada para que a esos trabajadores no les faltara de nada. Hemos visto a gente de todas partes mandando su apoyo a los trabajadores y a la familia, con gestos que llegan a lo más hondo del corazón. Ha conseguido que todos los padres nos demos cuenta de que el tiempo que pasamos con nuestros hijos vale más que todo el oro.
Pero también hemos visto la parte más oscura. Hemos visto a periodistas carroñeros hacer negocio de esta desgracia. Hemos visto a gentuza inventarse bulos para hacerlos circular por la red. Hemos visto a políticos de todos los colores picarse en redes sociales para ver quién escribe las palabras más conmovedoras, y lo que es peor aún, para ver quién lo hace primero.
Esta criatura, desde lo más hondo de un pozo, ha conseguido echarle una foto a este país y plantárnosla en la cara. Ese ha sido el sentido de su vida. Ahora está en nuestras manos darnos cuenta de todo eso, reaccionar y cambiar las cosas para bien.
Gracias Julen, descansa en paz amigo.