Estábamos mi novio y yo dándonos un merecido baño de espuma en su casa, que (milagro) estaba vacía. Habíamos echado la llave a la puerta como medida preventiva por si alguien volvía antes de tiempo y no nos pillasen in-fragantti. El caso es que estábamos dándonos el baño de espuma y oigo un ruido agudo muy muy leve. No le doy importancia, pero de repente oigo el timbre sonar con toda su fuerza: "DIN DONG DIN DONG!!". Y yo, aterrorizada: "TUS PADRES TUS PADRES AAAAAH!!!".
Salgo histérica de un brinco y me tapo con la primera toalla que encuentro. Mi novio hace lo mismo y sale del cuarto de baño sin pensárselo dos veces con una toalla enrrollada en la cintura. Quita la llave de la puerta y abre, resultó ser su hermano.
Hermano: - ¿Qué haces, tú?
Novio: - Eh... nada... esto... darme un baño de espuma...
Hermano: - ¿Y para qué cierras con llave?
Novio: - Es que... estaba un tío vendiendo en la escalera y... por si acaso...
Mientras tanto, yo estaba histérica en el baño con mi ropa en su habitación, así que salgo corriendo por el pasillo hasta llegar a su cuarto. Cierro la puerta de un portazo y me visto a la velocidad que lo haría Superman. En medio del proceso de vestirme con la piel húmeda (creo que todos sabeis lo complicado que es meterse unos calcetines con los pies húmedos después de la ducha...), veo que alguien abre la puerta. De un salto casi olímpico me empotro contra la puerta y la cierro de nuevo en sus narices. Resulta que aquel que intentaba entrar al cuarto era mi novio que, a ojos de su hermano, se había estampado de una forma estúpida contra la puerta que él mismo había abierto
Mi novio desiste en su labor de entrar a su cuarto, así que vuelve al baño. Termino de vestirme y decido salir del cuarto; total, ya nos habían pillado. Así que aparezco en el pasillo y veo a su hermano con un plato de tortilla de patatas en la mano.
Hermano: - Oye, que tenemos torti... (levanta la vista del plato y me ve al fondo del pasillo)
Yo: - (sonrisa fingida) Hola...!
Hermano: - Que... se me ha olvidado...
Y se da la vuelta descojonado hacia la cocina. Fue entonces cuando se dio cuenta de todo lo ocurrido
Luego, imaginaos la situación, cenando los tres en la cocina sin decir ni pio y viendo la tele como absortos cuando, en realidad, a nadie le interesaba