Para Navidad, por imposicion de mi padre, me toca estar con su familia. Así que toca noche de aislamiento social. Estaré con el móvil mientras ellos hagan preguntas que demuestran que no somos familia aunque la sangre nos una. Dos años después de haber acabado mi carrera, me preguntan si sigo estudiando. Los más actualizados me preguntarán si sigo trabajando, cuando hace ya dos meses que no. Lo más triste de esto es que todos somos de una ciudad de 70000 habitantes, que no es que vivamos cada uno en una punta del país ni mucho menos. Un año no fui y estuve peleándome con mis padres por egoísta durante dos semanas, algo muy duro teniendo en cuenta que vivo con ellos. Por lo tanto me tocará tragar y poner buena cara e ignorar a partes iguales.
Fin de año, por suerte, será mucho mejor. Porque estaré en mi casa con la familia más cercana y luego no sé si me quedaré en casa o saldré a casa de alguien. Cómo es una noche que siempre acaba lloviendo, y cada vez que hago planes, la lluvia me los desbarata ( no estoy dispuesta a gastarme 40 € en una fiesta que empieza a la 1 y termina a las 6), pues prefiero algo más relax. Así que, o vendrán mis amigos, o iré donde ellos estén.