¿Clonc, zas, crash, giiii!
Crónica de una noche en vela por ruidos y molestias en la calle Mayor
Suponga usted que vive en el segundo piso de un edificio de la Mayor, casi en la esquina de Sagasta. Suponga que hoy es viernes-noche (8 de junio), pero un viernes de los 'tranquilos', con menos gente de la normal en la calle. Su reloj de muñeca acaba de marcar las 2.30 de la madrugada y usted quiere irse a la cama. En las siguientes horas, desde su dormitorio, usted oirá (y verá) lo siguiente.
¿Clonc, zas, crash, giiii!
Decenas de jóvenes que bajan de la calle Laurel y de los bares del quinito paran debajo de su casa. Usted empieza a escuchar conversaciones que van subiendo de decibelios hasta que se convierten en berridos: «¿Jose! ¿Joseeeee!». Como usted vislumbra que no va a poder dormir, decide salir al balcón para conocer al tal Joseeeee. Le llama su novia: parece que han discutido. Pasan 30 segundos y usted por fin ve a Joseeeee. En concreto, le ve y le oye pateando la puerta metálica del negocio ubicado en su portal. ¿Clonc, clonc, clonc! Joseeeee está tan enfadado que, cuando se cansa de dar puntapiés a la puerta metálica (¿clonc, clonc!), estampa un vaso de cristal en el suelo (¿crash!) empieza con los contenedores situados frente a su casa. ¿Pumba, pumba! En ese momento, usted cambia de punto de vista y se fija en la chica de la falda corta que está en los contenedores.
La chica de la falda corta se ha escondido entre los contenedores para echar la pota. Desde su casa, usted no escucha nada, pero intuye los sonidos guturales que salen de su boca. ¿Uaghhhhh, uaghhhh! Lo que sí oye usted son los gritos de sus amigos: «¿Ánimo, échalo todo!». Tras cuatro minutos de vómitos, la chica de la falda corta parece recuperarse, pero usted se ha dado cuenta de que los contenedores son un filón.
Hace unos meses, un desaprensivo quemó uno de los contenedores de enfrente de su casa y las llamas llegaron hasta las persianas. Como si quisieran apagar el fuego, usted cuenta hasta quince jóvenes que, en la siguiente media hora, sacan su manguera para humedecer el ambiente. Mientras pasan los minutos, los orines conforman un aroma que poco a poco asciende hasta el dormitorio de su casa. Usted dormirá hoy con los efluvios de los orines.
Y sin embargo, los corronchos y los cristales no intimidan a dos jóvenes que deciden revolcarse en el suelo. Se tumban y dan vueltas como croquetas. ¿Qué rico tiene que estar! Entonces, los amigos de estos dos se unen a la fiesta y enfrente de su casa, usted contempla una montonera que dejaría en ridículo las melés de rugby de un Inglaterra-Francia.
Acaban de dar las tres y media de la mañana, y la experiencia le dice a usted que ha llegado la hora de las canciones. Indefectiblemente, el repertorio lo componen: 'Asturias, patria querida', 'Todos a una, puta Osasuna' y el éxito de este año, 'Alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos y los vecinos nos dan igual'. No, usted entiende a 'los vecinos', pero ellos cantan 'el resultado nos da igual'. Usted cree que el cansancio, las ganas de dormir y la mala leche le están emparanoiando.
Pero no se preocupe, aún le queda por aguantar. En un día de horario especial como hoy, los bares cierran a las cinco. Cuando bajan las puertas, aquello suena a ¿Zaaaaas, zaaaas! Los jóvenes empiezan a salir y cociditos, dan lo mejor de ellos mismos. Más micciones, gritos más altos. Para usted, es el peor momento de la madrugada, rematado por un coche que hace trompos en la Plaza de la Oca. ¿Giiiiiiii, giiiiiii! Cierran los bares y los camareros sacan los vidrios y los tiran en los contenedores (cuánto juego dan los contenedores). Más botellas rotas: ¿Crash, crash! El ruido de las conversaciones, el griterío y los orines continuarán hasta las siete de la mañana.
Por cierto, no todos los miembros de 'Queremos dormir' quieren que los bares se vayan de la Mayor. Lo que piden es que se cumplan las normativas municipales: los clientes no pueden salir a la calle con vasos de cristal, los bares deben cerrar y estar vacíos a su hora, el comportamiento incívico (gritos y ruido) se pena con una multa y al que mea enfrente de su casa, 150 euritos. Para que se le quiten las ganas.
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