Nada que llorar por él, ha tenido una vida envidiable. En todo caso la pena vendrá por los que ya no lo disfrutaremos más.
Ante estos casos sólo queda celebrar que hayan existido tales faros de buen rollo en un mundo por lo general oscuro y amargo.
Gracias, Ibáñez, por una vida bien vivida. ¡Y ojalá otros sigan tu estela!