Por mucho que insistan Valve y compañía, coleccionar juegos en la nube no tiene el mismo encanto que apilar cajas en una estantería. Y si no que se lo digan a Michael Thomasson, que se ha convertido oficialmente en el propietario de la mayor colección de videojuegos de todo el mundo, tal como
figura en Libro Guinness de los Récords 2014: Edición Videojuegos recientemente publicado.
Thomasson ha dedicado 31 años de su vida a coleccionar todos los juegos que le pasaban por delante desde que recibió por Navidad un cartucho de
Cosmic Avenger para Colecovision, a la edad de 12 años. Thomasson tiene en su haber 10.607 juegos y contando, ya que adquiere una media de dos títulos por día con un presupuesto anual de 3.000 dólares. En estos momentos, estima que su colección estaría valorada entre 700.000 y 800.000 dólares, lo que sería en el mejor de los casos unos 584.000 euros.
El coleccionista tiene títulos en todo tipo de formatos: "Tengo juegos en cartucho, en Laser Disc. Tengo juegos en VHS, en casete". Pero además posee los dispositivos para utilizar sus objetos de colección, incluyendo codiciadas rarezas como el Casio Loopy o el Pippin de Apple, sobre la que Thomasson comenta que "todos los juegos para ella son horribles. Es lo menos divertido de lo que hay en esta casa".
Pero la carrera para poseer la mayor colección de videojuegos del mundo no ha sido una línea recta. Thomasson vendió dos veces su colección, primero en 1989 para comprar una Sega Genesis, y en 1998 para pagar su boda. "Estaba muy concentrado en el coleccionismo cuando me casé, así que ella sabía en lo que se estaba metiendo", comenta sobre su mujer, JoAnn.
Aún con el inmenso catálogo, el coleccionista reconoce que no ha jugado todos sus ejemplares debido a que no puede sacar tiempo para ello: "Probablemente juegue tres horas a la semana. Si tengo suerte". Como no podría ser de otra forma, Thomasson diseña videojuegos y da clases de animación 2D, diseño e historia de los videojuegos en una universidad de Buffalo.
"Todo, desde los bocetos originales hasta el código fuente que se ha escrito para los juegos, pasando por el diseño de la caja y el plan de marketing. No son sino una forma de arte muy menospreciada".