Aunque en ocasiones Lee Jae-yong es descrito como presidente de Samsung, este cargo está en realidad en manos de su padre Lee Kun-hee, aunque su posición se considera más bien honorífica debido a sus problemas de salud. Jae-yong es ampliamente considerado como el líder de facto y heredero de la compañía fundada por su abuelo, y desde hace años su trayectoria ha sido dirigida de forma que pueda asumir formalmente la presidencia de la compañía tan pronto como se retire su padre.
Sobornos para influir en el gobierno
Según sospechaba (y ahora afirma) la fiscalía surcoreana, Lee Jae-yong "donó" dinero a varias fundaciones relacionadas con Choi Soon-sil, una amiga personal de la presidenta de Corea del Sur Park Geun-hye, actualmente inhabilitada y en proceso de destitución. La acusación sostiene que Jae-yong quiso aprovechar la profunda influencia de Soon-sil (apodada como la Rasputina coreana) para "engrasar" administrativamente la polémica fusión de dos filiales de Samsung, cuya unión sirvió para incrementar el número de acciones de la familia Lee y consolidar su liderazgo.
En total, Lee Jae-yong habría realizado depósitos por valor de 35 millones de euros. El vicepresidente de Samsung asegura que nunca pidió nada a cambio de estos donativos.
Vacío de poder en Samsung
Este escándalo no podía haber llegado en un peor momento para Samsung. Hace apenas unas semanas la compañía tuvo que hacer frente a las exigencias de varios accionistas insatisfechos con la dirección de la compañía y que llegaron a solicitar la división de Samsung Electronics en un holding y una filial operativa, proporcionado así una mayor autonomía al fabricante y alterando el equilibrio de poder de la empresa.
Por ahora se desconoce cómo afectará esta complicada situación a Samsung, pero las empresas, como la naturaleza, aborrecen el vacío. Este horror vacui solo se ha incrementado, puesto que coincidiendo con los cargos se ha anunciado la disolución de la denominada "torre de control", un controvertido departamento interno de Samsung que supervisaba la relación del grupo con sus filiales y que según sus detractores ha coartado de forma constante la independencia de las divisiones de Samsung y los derechos de sus accionistas. Aproximadamente 60 ejecutivos han dimitido.