La competencia asiática, pero sobre todo la imposición del polémico canon en 2003, ha
terminado con el último fabricante español de discos ópticos que quedaba, la empresa Bocsa. La empresa invirtió recientemente en la fábrica, pero
las repercusiones derivadas de la implantación de este canon impactaron de manera contundente y definitiva en el desarrollo del negocio.
Pero esta empresa y las 30 personas que han perdido su empleo no son los únicos afectados. Según ASIMELEC cumplir con el canon ha hecho que las ventas de la industria desciendan un 50%, causando a su vez que proliferen las ventas fraudulentas que no cobran canon ni IVA.