Ahora el equilibrio de poder está empezando a cambiar. Existe una generación post-terrorismo que está surgiendo y que se niega a justificar la práctica de vigilancia masiva por el miedo. Por primera vez desde los ataques del 11 de septiembre del 2001, vemos la silueta de una política que se aparta del temor a favor de la resistencia y de la razón.
La ONU ha declarado que la vigilancia masiva es una violación inequívoca de los derechos humanos. Mas allá de las fronteras de la ley, el progreso ha llegado aún más rápido. La gente demanda salvaguardar las técnicas básicas como el cifrado, técnicas que antes se consideraban innecesarias y que ahora están “habilitadas por defecto”.