Según declaró Musk este pasado lunes en una conferencia tecnológica, "al menos" el 20 % de todas las cuentas de Twitter serían falsas o estarían dedicadas al envío de spam. De hecho, el empresario sospecha que podrían ser muchas más, puesto que, en sus propias palabras, ha sido informado de que no hay forma de saber la cifra real con certeza. "Es tan inescrutable como el alma humana", aseguró.
Musk, recordemos, ofreció un total de 43.000 millones de dólares por Twitter, prometiendo un nuevo modelo de negocio con mayor transparencia y rentabilidad. Sin embargo, esta valoración se realizó asumiendo que la documentación aportada por la red social a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos era "precisa", y hasta ahora Parag Agrawal, consejero delegado de Twitter, no habría sido capaz de demostrarle que la proporción de cuentas falsas es inferior al 5 % tal y como asegura. En consecuencia, asevera Musk, "el trato no puede seguir adelante hasta que él [Agrawal] no lo haga [dar pruebas]".
Musk ya dijo la semana pasada que la compra de Twitter estaba "temporalmente en espera" hasta que Twitter aclarara el número de cuentas falsas en su red, pero hasta ahora no había sido explícito en cuanto a la situación real de la operación. En ese momento dijo que iba a realizar su propio estudio independiente utilizando una muestra de 100 cuentas aleatorias, pero desconocemos si ese es el origen de sus estimaciones.
Si fuera cierto que el número de cuentas falsas de Twitter excede ampliamente el 5 % que declara, el valor de sus acciones debería ser lógicamente menor. En ese caso Musk podría estar interesado en presentar una nueva oferta a la baja; algo que, en función de la devaluación de las acciones, podría ser rentable incluso después de tener en cuenta posibles penalizaciones por echarse atrás. Esta táctica no sería distinta de la empleada para comprar bitcoines a la baja a través de Tesla, criticando la criptodivisa antes de invertir en ella. También es posible que Musk simplemente esté buscando la forma de abandonar la compra, que tampoco se puede descartar dado el carácter impredecible del ejecutivo.