De acuerdo con estos testimonios, Life360, que hace poco adquirió el fabricante de etiquetas de localización Tile por más de 200 millones de dólares, capta los datos de posicionamiento obtenidos por su aplicación y los vende a media docena de firmas especializadas en comercializar esta clase de información para la industria tecnológica, pero también a estamentos como el Departamento de Defensa y el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos. De hecho, antiguos empleados de Cuebiq y X-Mode, dos de estos "mayoristas" especializados en datos de localización, afirman que su trabajo no sería posible de no ser por el enorme volumen y la calidad de los datos recopilados por Life360.
Se calcula "decenas de millones" de familias y niños podrían haber sido objeto de un seguimiento que se declara en las condiciones de uso. El problema, como de costumbre, es que es difícil saber dónde va a terminar esa información, puesto que su recorrido no acaba en los equipos de análisis de Life360.
También se da la circunstancia de que los datos, aunque anonimizados mediante la eliminación de nombres y números de teléfono, por ejemplo, son tan cuantiosos y precisos (rutas, estimaciones de tiempo de llegada, situación en un momento concreto etcétera, etcétera) que sería trivial determinar su origen si así se deseara, por más que Life360 asegure que su contrato "impide a sus clientes reidentificar usuarios".
Desde Life360 se asegura que el tratamiento de datos personales les permite ofrecer servicios gratuitos para la mayoría de los usuarios y que el artículo publicado por The Markup contiene desinformación e imprecisiones que serán valoradas.
A falta de conocer las repercusiones de esta información, si las hay (la venta de Tile, por ejemplo, debería cerrarse en el segundo trimestre de 2022), es importante recordar que los datos personales dejan de ser “nuestros” en el mismo instante en el que pasan a terceros, y que una aplicación se describa como "para familias" o "para niños" no es garantía de nada. El empaquetado y venta de información es una práctica común en la industria (esta actividad representó el 20 % de los ingresos de Life360 en 2020), y una vez llega a los canales de distribución, nadie es capaz de predecir dónde acabará o para qué será utilizada.