El Barça es un portero que tapa muchas verguenzas (con noches donde solo saca cosas de la red), un crack que mete golazos de falta (aunque se las coloca donde quiere) y una falsa sensación de fútbol control alimentada por débiles rivales de una liga venida a menos. Es así.
El Madrid es mucho menos que eso, pero por lo menos no se han gastado 600 kilos.