Desgraciadamente toda esta incursión será un parche que deje miles de muertos por el camino sin llegar a ninguna parte. Medias tintas por no ver el objetivo real: acabar con el régimen islámico extremista mundial. Todo gracias a la presión buenista de los occidentales que, sí bien no han tenido un musulmán nunca en su barrio, en las escuelas de sus hijos o en el trabajo, van de cara a la galería clamando al cielo que “T’ol mundo es güeno”.
El mundo debería haberse puesto serio con esta lacra islámica y cortar de raíz todo, como cuando eliminas un cáncer del cuerpo. Dejar vestigios es dar lugar a que se vuelva a propagar la enfermedad.
Se habla de los niños muertos, pero nadie habla de los niños a los que se les arrebatará la infancia poniéndoles un fusil a los pocos años o las niñas obligadas a casarse con viejos pederastas. Eso, para otro día, si eso.