La juventud Paolo Sorrentino ha querido repetir la fórmula que le llevó a ganar un Oscar con La gran belleza. En ella, contaba la angustia existencial de un escritor reconocido en medio de una Roma salvaje, llena de excesos, tal y como ya la había retratado Fellini en La dolce vita. Dentro de esta comedia alocada se escondía una crítica feroz hacia la alta sociedad y sus modos de vida.
Ahora en Youth, decide reflexionar sobre la vejez y el paso del tiempo. Donde antes había locuras y juergas, ahora hay tranquilidad y meditación. Los dos protagonistas hacen balance de toda una vida; de lo que han conseguido, de aquellos amores fallidos, de lo que se arrepienten y de los que nunca pudieron hacer. Hace ya tiempo que están alejados del primer nivel en el mundo del arte, ya sea por propia decisión (Fred Ballinger) o por fracasos (Mick). Y es que la película es un canto a la vida, a las ganas de vivir y a no desaparecer. A que te recuerden y a no ser olvidado a pesar de lo que lograste. El pasado está ya muy lejos, como si lo estuvieras mirando a través de un prismático al revés, y casi es irreconocible, pero aun queda mucha vida por delante.
Fred Ballinger ha dejado el escenario por el campo; ha sustituido la batuta por un pequeño plástico. La música le privó de la realidad durante mucho tiempo, olvidando cosas más importantes. Pero ahora es libre para dirigir la vida a su antojo, como si de un concierto se tratara; dándole ritmo a los sonidos de la naturaleza y silenciando aquellos que no le gustan.
Otro de los personajes que acompañará al dúo protagonista es Jimmy Tree ( Paul Dano ) un actor de renombre al que le recuerdan solo por hacer de robot en una película que él detesta. A diferencia de Mick, que se pasa horas trabajando en el guión de la que será su última película junto con un equipo de guionistas, Jimmy pasa las horas contemplando a todos los que le rodean; como si fuera él ese abuelo que ya no tiene nada que hacer. Y es que la juventud a la que hace alusión el título no es al mero físico, sino a las ganas de sentirse con fuerza y seguir adelante.
Sorrentino continúa creando ambientes pomposos, muy cuidados y en perfecta simetría. Incluso mete un videoclip a modo de sarcasmo por las diversas críticas que decían que sus películas eran meras piezas musicales. Dejando un lado el tema de la vejez, también mete críticas -aunque escasas- a otros temas, como es el de la preferencia social a la belleza antes que a la inteligencia, o el de la evolución de la televisión que le va comiendo el terreno al cine. Poco ha quedado de los diálogos ingeniosos e ironicos de Jep Gambardella.
A diferencia de La gran belleza, aquí parte desde un planteamiento simplista - vejez vs juventud- y lo adorna con florituras musicales que parecen puestas para únicamente disfrute del espectador. Ya no hay escenas freneticas y todo parece estar más contenido. Se sigue apreciando - menos pero hay algo- la esencia de Fellini pero esta vez más cercana a Ocho y medio y no a La dolce vita, como la escena donde Mick ve a todas sus musas. Además, el resto del elenco parece que está presente con el único objetivo de terminar en un gag. Ahí queda la imitación de Maradona, de la pareja de abuelos que no se habla pero que no puede estar separados el uno del otro o del resto de personas hospedadas en el hotel. Sin olvidar la última escena de jane Fonda cuando está subida al avión o la breve aparición de Paloma Faith. La historia de Rachel Weisz no nos acaba de encajar; solo nos sirve como vehículo para llevarnos al pasado personal de Fred Ballinger.
Youth ha perdido la frescura que tuvo La gran belleza pero sigue siendo de un gran disfrute sensorial y además, para los que acabaron saturados con la vida de Gambardella, esta es menos irritante.
7/10