Ojos de serpienteHay quienes dicen que lo mejor de De Palma fueron sus inicios en la década de los 70, la época en la que lo presentaban habitualmente como "el sucesor de Hitchcock", y no les gusta su etapa de superproducciones de encargo para los grandes estudios iniciada en los 80 y consolidada en los 90 con obras de clara orientación comercial. Yo soy de los que piensan lo contrario.
Me gusta el De Palma que salía a jugar solo ante el peligro y sin complejos en los 70, pero me gusta más el De Palma que se ciñe a hacer lo que mejor sabe; dirigir. Siempre he pensado que sus mejores películas son aquellas donde él no escribe el guion, cuando esta labor ha recaído en escritores de más talento como Mamet, Stone, Schrader, Koepp, Towne... Pienso que su talento para realización está muy por encima de su talento para la escritura. Donde en una su techo es ser un homenajeador de Hitchcock que siempre perderá en la comparativa, en la otra su techo es el de los más grandes artesanos de la composición visual. Además, nunca ha dejado de imprimir su sello personal y su estilo valiente por muy de encargo que fuese una película.
Snake Eyes se encuadra en este segmento que más me gusta de su filmografía. En su momento fue una gran apuesta comercial, tuvo un buen presupuesto y se contrató a la gran estrella del momento, Nicolas Cage, que venía de ganar el Oscar tres años antes y de convertirse en el héroe de acción de moda tras protagonizar un año antes tres de los más grandes clásicos del cine de acción noventero: La Roca, Cara a cara y Con Air. Su caché era tal que su nombre aparece en los carteles del mismo tamaño que el título de la película. El problema con Cage es el ya conocido por todos, su tendencia a la sobreactuación llevada a límites que sobrepasan el ridículo. Aquí le dan un personaje de aire extravagante y claro, Nic se desata y empieza el show de ojos locos y muecas esperpénticas. Pero como la película tiene un cierto aroma pulp, le aceptaremos barco como animal acuático. En todo caso, prefiero la performance insidiosa de Gary Sinise.
Como tenía dinero, De Palma encargó la música a Ryuichi Sakamoto, que venía de ganar el Oscar unos años antes por la reconocible banda sonora de El último emperador. Aquí realiza un trabajo que va de menos a más, comienza con temas de regusto melodramático, de esos que tanto le gustaba pedirle De Palma a su otrora músico de confianza, Pino Donaggio, pero conforme avanza la cinta se mueve hacia tonos más potentes, con mayor tensión y fuerza emocional. Para la fotografía eligió a Stephen H. Burum, operador de confianza tras varias películas juntos y que heredó de su amigo Coppola (suyo es el maravilloso díptico formado por Rebeldes y La ley de la calle). Pero a De Palma le ocurre como a otros directores obsesionados con el control total de la cámara como Fincher, que en realidad al fotógrafo solo lo quieren de ayudante físico porque son ellos mismos los que se ocupan de todo el trabajo artístico visual.
Aquí De Palma se viene arriba. Es como si se hubiese picado con alguien para sacar lo mejor de sí. Es increíble que a un mítico como él nunca lo nominasen a ningún Oscar. Y aquí, aunque la película no sea del tipo que suelen ir a los Oscar, ofrece uno de sus trabajos más llamativos. Son 100 minutos de virguería visual, del tipo que le ha servido a Iñárritu para ganar dos Premios de la Academia. Es curioso como otros han alcanzado la gloria repitiendo lo que ya hacía De Palma décadas antes. Snake Eyes es el show de Brian, un no parar. La película comienza con un plano secuencia de 20 minutos, prosigue con un constante juego de perspectivas con planos subjetivos, travellings, barridos donde empezamos con un personaje y cambiamos a otro en el mismo movimiento, y luego no faltan los planos marca de la casa, esos cenitales por encima de las distintas habitaciones del hotel, esos split focus y pantallas partidas...
Probablemente estemos ante la película más juguetona de De Palma a nivel técnico y eso es lo que eleva el nivel. Por que cuando uno recuerda esta película lo hace por su particular manera de contar la historia, por su narrativa. Y se tiende a confundir narrativa con guion. Pero aquí la narrativa está en la cámara. Si uno se fija, todo aquello que hace diferente a Snake Eyes está en la realización. El guion, de hecho, es mejorable. Tiene un buen punto de partida y considero a David Koepp un gran guionista, no en vano ha sido colaborador habitual de Spielberg (3 veces), Howard (2 veces), Fincher, Zemeckis, el propio De Palma (3 veces) y ha dirigido un par de pelis curiosas adaptando a Matheson y King (El último escalón y La ventana secreta). Pero lo cierto es que aquí va al meollo con cierta prisa, tanto que deja la inusual sensación de que a la peli le habría venido bien una mayor duración para poder desarrollarse más. Y aquí es donde recibo un Zas en toda mi boca porque toca reconocer que ahí ese De Palma setentero amante del suspense podría haber ayudado al guion.
En cualquier caso, pese a que le ocurra como a la mayoría de películas, que va de más a menos, o que tenga alguna sobreactuación, para mi Snake Eyes es una de las más destacadas y recomendables obras de la filmografía del maestro De Palma (y, tristemente, su último éxito). Un thriller con una propuesta formal virtuosa, algún que otro momento memorable y un ritmo ligerísimo con el que se hace muy corta.
Nota: 8
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TiempoCuando se anunció esta película me generó bastante interés, primero porque siempre he tenido en alta estima a Shyamalan y segundo porque ya conocía la novela gráfica en que se basa. Llegué a la novela porque conocía a uno de sus dos autores, Frederik Peeters (Píldoras azules, Lupus, Aama...), una de las grandes figuras del cómic europeo contemporáneo. Y me decepcionó bastante puesto que desaprovechaba completamente un gran punto de partida con un tratamiento simplón y vulgar.
Al menos, en la película se han limado algunas de esas fallas. Por ejemplo, en el cómic hay un exceso de protagonismo sexual, todo es "mi cuerpo cambia, vamos a chingar", "se me pasa el arroz, vamos a chingar", "el mundo se acaba, vamos a chingar", "me aburro, vamos a chingar"... Aquí se pasa al extremo opuesto, se ignora casi por completo la sexualidad. Digo yo que ni tanto ni tan calvo. Si hablamos de madurar físicamente tenemos que hablar de sexualidad, simplemente hay que hacerlo con sentido.
Otros defectos del cómic, sin embargo, siguen presentes. Por ejemplo, la sensación de que se precipitan numerosos eventos de forma tan atropellada que no solo no dejan lugar para la reflexión sino que pueden llegar a resultar esperpénticos (lo que boicotea también las pretensiones de sumergir al público en una atmósfera de suspense efectiva). Esto es lo que me reafirma en la sensación que tuve tras leer la novela y saber que se adaptaría; que le vendría mejor el formato miniserie. Esta historia solo puede funcionar si espacias los eventos fisiológicos permitiendo que el espectador pueda sentir y comprender todas sus consecuencias. Eso requiere tiempo. Tiempo de calidad para cada personaje y tiempo de reflexión para el espectador. Si no lo único que consigues es un timeline donde cada 2 segundos salta alguien diciendo "¡Oh Dios, mira lo que me ha pasado!" y 2 segundos después cambiamos a otro.
Yo pertenezco al target potencial de esta película porque el tema que toca me preocupa especialmente. De hecho, no me hace falta ninguna película, yo mismo ya me rayo solito de vez en cuando con este asunto. Soy muy susceptible a él. No solo al paso del tiempo a nivel físico, que es el más explotado en la película, sino también a nivel emocional y vital, algo que aquí se toca más de soslayo. Por tanto, soy el público idóneo para que esta historia surta efecto en mi, me coma la cabeza y me golpee las entrañas. Pero no lo hace, porque no funciona. Le falta desarrollo al particular drama que vive cada personaje introspectivamente.
Busca compensarlo de forma efectista con un par de golpes de body horror que le salen bien. Pero yo espero mucho más, tanto de la historia como del director. Y es que tampoco a nivel técnico me parece una buena muestra del evidente talento narrativo de Shyamalan. Para mi es una de sus películas menos sugerente en la forma que tiene de contarnos las cosas con imágenes, algo en lo que Shyamalan ha demostrado ser bastante mejor de lo que se ve aquí. Ojo, esto no quita que este bien realizada, solo que no me ha parecido un trabajo visual tan estimulante como muchas otras películas suyas.
En lo que sí me gusta más la película es en el final. No spoileo porque hablo solo de estilo, no de contenido. Se que muchos no estarán de acuerdo porque preferirán la mística del desenlace del cómic, donde se confirma que el punto de partida de suspense no era más que una excusa para tratar el tema de fondo. Aquí no, aquí al final se dedican bastantes minutos a darle un sentido argumental. Aunque yo pienso que llegados a ese punto rompe un poco con el tono y quizá habría sido mejor ir intercalándolo a lo largo del film en lugar de pegarlo con cola en el último instante.
En fin, creo que es una obra que, al igual que el libro original, se queda muy por debajo de sus posibilidades. Estoy convencido de que una forma distinta de afrontarlo daría lugar a una gran obra. Pero lo que hay es lo que hay. Un producto con elementos interesantes, pero que no termina de funcionar ni en su vertiente reflexiva ni en su ejercicio de suspense. Una propuesta fallida.
Nota: 4