No se exactamente cuanto hay de autobiográfico en la película, aunque imagino que bastante, de modo que dos consideraciones previas. La primera es que yo pensaba que el momento de hacer un homenaje de este tipo es cuando el protagonista ha dejado el mundo de los vivos. La segunda que el homenaje se lo tienen que hacer terceros, porque de lo contrario la falta de modestia raya en un onanismo de muy dudoso gusto.
Dicho lo cual, de manera un tanto sorprendente Spielberg se salta estas reglas y sin ser ni de lejos ese gran film del que había oído hablar y que se supone que era su regreso triunfal tras lo anodino de sus últimos trabajos ( en lo que a mí respecta lo último interesante que hizo fue Munich ) sí consigue un trabajo más estimulante con muchos aciertos pero tampoco exento de algunos errores. Es un film irregular e innecesariamente largo, 150 minutos en los que sobra bastante metraje, en el que unas cosas funcionan y otras no tanto. Me han gustado algunas partes, las relacionadas con la realidad de la vida que observa y comprende a través de la cámara ( la madre y su comportamiento, la parte hacia el final del instituto, donde aprende a usar la cámara también como un arma en cierto sentido ) y me han sobrado bastante otras, en especial cuando asoma la patita ese Spielberg tan almibarado de sus peores momentos ( algunos momentos familiares y la muy discutible escena John Ford encarnado por el payaso de David Lynch - tiene narices que se atreva a ponerse en su piel sabiendo lo que le haría de seguir vivo -, al igual que con ese plano final happy end al que solo le faltan nubes rosas ).
Muy discutible también el apartado musical. La elección de algunos temas para ilustrar estados de ánimo, de Marcello a Satie pasando por Beethoven, con la excusa forzada de la carrera como concertista frustrada de la madre, se nota muy forzada y tal vez no es lo más indicado para acompañar determinadas escenas.
Digamos que en general me ha gustado, tiene un cierto aire de fábula muy propio del director y al menos evita el endiosamiento, que era el mayor riesgo; creo también que se puede recomendar, es amable y en lo referente al drama, que lo hay, pasa como si caminara entre algodones, de modo que incomoda poco incluso con el tema del semitismo omnipresente, pero para mi sigue estando lejos, muy lejos, de aquel director que me fascinaba y que tengo serias dudas que vuelva a encontrar algún día. Es un canto al cine que hay tras la cámara, no lo discuto, pero sigo pensando que hay más amor por el séptimo arte y la pasión creativa en diez minutos de la maravillosa Ed Wood que en todo este metraje.