Sigo con cosas de las que se vieron en Sitges. En esta ocasión no comparto los elogios mayoritarios ( pero no unánimes ) que se ha llevado la cinta, un producto claramente "A24", para lo bueno y para lo malo. Sin negarle algunos méritos esta especie de versión en clave de humor negro ( muy negro ) de La Sustancia se me antoja mucho menos ingeniosa e inteligente, con mucha menos acidez y en último término, como la citada, termina haciéndose trampas a sí misma. Eso sí, ambas buscan igualmente por caminos distintos la reflexión del espectador apelando a la incomodidad del mismo.
Sin hacer spoiler, en una historia no exenta de ingenio que mezcla varios géneros, no siempre con acierto ( drama, comedia, relato kafkiano, terror, ciencia ficción,... ), un aspirante a actor con una severa deformación facial que vive una vida triste y deprimente entabla amistad con una atractiva aspirante a dramaturgo que se ha mudado al piso contiguo. Cuando surge la oportunidad, se somete en secreto a un revolucionario tratamiento médico que consigue normalizar su apariencia física. Pero irónicamente, con el cambio todo lo que gana en el ámbito laboral y de las relaciones sociales, lo pierde en las cosas que realmente le importan en el ámbito personal, y toda su frustración se canaliza a través de la obra de teatro que escribe su anterior vecina sobre su relación con él, al que da por desaparecido, y lo peor de todo, con una persona que es su viva imagen de su ser anterior y que con su carisma se va apropiando de su viejo yo.
A mi personalmente me ha parecido un film a ratos irritante pero también a ratos divertido y mordaz, con un punto de ternura que la convierte en un producto, cuanto menos, curioso. Creo que un poco más de contención y menos "grand guignol" en esas pocas escenas de gore le hubiera sentado mejor, pero es lo que hay. Al mismo tiempo también se agradece la ausencia de dramatismo ( no ausencia de drama, sino de tremendismo ) con un tema tan delicado, el de la importancia del aspecto físico frente a la personalidad. Confieso también que el personaje real de Adam Pearson, ciudadano británico aquejado de neurofibromatosis, se me ha atragantado bastante con su verborrea incontenible y la manera en que se lo presenta, peo también protagoniza los mejores momentos. Yo me quedo con la irónica escena del sofá donde están los tres sentados y la expresión del pobre Edward, ahí sí me hizo sonreír.
Por cierto, atención como curiosidad al breve cameo de Michael Shannon en los minutos finales.
EDIT.- Ah, sí, otra cosa. El propio director, por lo que veo, está afectado por cierto grado de deformación en el rostro. Lo comento por si alguien piensa que se frivoliza en exceso con el tema en la obra.