Confieso:
Que este es mi primer mensaje en esta corrala.
Que algunos de las confesiones aquí vertidas me han causado picor de gónadas y ganas de vomitar.
Al hilo de lo anterior, cuando me pican las gónadas, me las rasco.
Que se me ha acabado el amor (todo él).
Que no la lujuria.
También deseo que la muerte se lleve a masas de personas en Nochebuena, en presencia de sus seres queridos.
Que cuando me ataron a aquella silla, y me quitaron a lametones la nata que me habían vertido encima, me puse como una avalancha de burros.
Me complace hacer el beso negro.
Que cuando me tiro un follón (pedo o cuesco para los ígnaros) en un sepelio, le echo la culpa al difunto.
Ayudo a cruzar a los ciegos hasta la mitad de la carretera.
Luego les quito la cartera.
También confieso que abro aquí y ahora mi corazón, sólo para que alguna bienintencionada intente ayudarme con mis problemas, y entonces yo abuse de ella sexualmente.
Por último, confesar que en este preciso momento padezco picor de huevos.
A más ver,
EL QUE NACIÓ CON EL SANTO A LA ESPALDA.