Confieso que el lunes tengo que ir al CRPS de Cáceres. Cuando menos ganas tengo de ir. Ni si quiera sé dónde coño está.
Que odio haber tenido la esperanza, de un cambio. Porque no hay nada peor que las esperanzas rotas. Los sueños rotos.
Que tantas veces me dijiste que era diferente que quería serlo. Sinceramente, de corazón. Pero... aunque quiera, algo tira de mí, como un pulso que parece, estoy condenada a perder. Y joder, no quiero perder.
Ni perder la imagen que tienes de mí. No quiero lanzarla al suelo con mis propias manos, a que se estrelle en mil pedazos.
Que no dejo de llorar, ahora, mientras mi madre duerme.
Que quiero gritar, sacar mi impotencia y decepción. Mis sueños perdidos. Pero no quiero que se despierte y me vea así. Aún me queda algo de... ¿humanidad? ¿altruismo? O sólo... ¿orgullo?
Que joder, diría que me gustaría volver atrás en el tiempo, pero dudo de que, sirviera para algo. De volver con mi alma y recuerdos ¿no seguiría siendo yo? Y si vuelvo atrás con desconocimiento ¿no cometería los mismos errores?
No sé. No me encuentro bien. Y ni siquiera puedo esperar a que pase. Porque no sé si pasará o cuando lo hará. Si lo hará siquiera.
Y es que ahora mismo sólo puedo pensar en mi cumpleaños.
Y... en si quiero que haya otro.
Que volveré a la cama, a llorar de nuevo. A lo mejor, milagrosamente (quizás pase... ¿no? maldita esperanza...) después de romperme en lágrimas pueda seguir soñando, como si nada. Ojalá.