-Quiero que vuelvas. Es más, exijo que vuelvas.
-Como soy una buena y maravillosa persona (y no me queda otra), esperaré pacientemente a que acabe el verano y me dedicaré a hacer el vago y esas cosas.
-Sigo queriendo que vuelvas. Espero que me des mil euros para compensar. O un carpa. O una carpa con mil euros. O mil carpas. Un euro solo no, que es de ser muy rácano.
-Me esperan unos meses de riesgo, extorsiones, amenazas e incertidumbre. En realidad únicamente de incertidumbre, pero había que darle emoción al asunto.
-Quiero dar las gracias a cierta personita. Gracias por todo lo que has hecho y haces por mí, eres un verdadero encanto
-Ahora que lo pienso, seguro que esa persona no lee esto. Te quedas sin la ameba rosa que tanta ilusión te hacía. Y sin que te presente a ese chico tan mono...
-Igual mañana se acaba el mundo.
-Igual mañana no se acaba el mundo.
-De cualquier modo, mañana comprobaremos que mi sabiduría no conoce límites y mis predicciones nunca fallan.
-Se me han acabado los bombones [inserte cara de depresión absoluta aquí]
-Quiero que vuelvas y me traigas más. Vuelveeeeeee...
-Y únicamente llevo dos días... cualquiera diría que he vuelto a la etapa de amor adolescente, soy lo peor (por supuesto, ese "lo peor" me sigue dejando muy por encima de vosotros, lectores de esta confesión... hay que estar aburrido para leer esto, ¿no?)
-¿He dicho ya que quiero que vuelvas? Pues eso. Y trae cadáveres.
-Llevo ya un par de semanas dominando el mundo y nadie se ha dado cuenta. Mhuahahahaha. Para cuando la gente se percate, ya será tarde y el Mellismo estará extendido por todo el universo... y tendré todo lo que quiera tener... dinosaurios... y cucharillas de café. Las cucharillas de café es que son útiles para llevar a cabo las recetas de cocina, son mucho más precisas que los puñados y las pizcas. Yo no sé cocinar, pero tengo que preocuparme por el bien de mis esclavos cocineros y facilitarles la vida.
-En otra vida fui un almendro. Probablemente un almendro fosilizado del averno, que tiene como más encanto.
-Debería dejar de escribir chorradas.
-No debería hacer caso a la frase anterior.
-Soy muy feliz, y lo mejor es que todo apunta a que lo voy a ser aún más (y no solo porque vas a volver... ah, sí... ¡quiero que vuelvas!)
-¡Minzokugaku! (Creo que aún podría escribir una palabra tan poco útil como esta... algún día entenderé por qué mi mente se queda con tantas estupideces en ella).
-Jung era un tío raro. Regargojana también. Y descubrí la relación entre ambas afirmaciones. También descubrí por qué Regargojana no tiene ojos (ni muchas otras cosas).
-Debería buscar algo para devorar. Algún cadáver estaría bien.
-Me dispongo a dejar de escribir. Amenazo con volver.
(Fin de la transmisión)
Ni hablar, todavía hay más.
Ahora sí